El argentino Rubén Darío Insúa es uno de los más formidables volantes de armado que jugó en Barcelona. Su nombre es parte de títulos nacionales y de sueños de éxitos continentales. Era un crack y así lo definió el diario Clarín en un especial sobre Independiente: “Jugador fino y de notable categoría.

Frío y calculador, tenía un conocimiento único del juego. Dueño de un excelente manejo del balón, era un estratega ideal”. Fue homenajeado el pasado miércoles, antes de la derrota con Gremio. El anterior jueves el Poeta habló con este Diario y dijo que el Barcelona de la Copa Libertadores 1992 fue mejor que el de las finales 1990 y 1998. Además, reveló que para él su ciclo como DT canario no está cerrado. Hasta se refirió al clásico rival.

Vuelve para homenajes, ¿pero cerró su ciclo como técnico de Barcelona?

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Creo que a mi relación como técnico de Barcelona todavía le queda algún capítulo. Me falta cumplir dos desafíos: volver a ser campeón nacional, y segundo, ganar un título internacional. Cuando consiga eso voy a dar por concluida con Barcelona mi relación como DT. Después, quizá ya no dirija en Guayaquil, sino en Argentina, o en cualquier otro lado. O a la Selección de Ecuador; nunca se sabe.

¿Aún tiene esa espina por la final de la Libertadores perdida en 1998?

(Ganar) La Libertadores o la Sudamericana. Si es la Libertadores, mejor. La Sudamericana ya la gané con San Lorenzo (en 2002).

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¿Cree que un retorno será a corto plazo?

No sé cuándo pasará, pero el capítulo no está cerrado. Todavía me faltan cumplir en Barcelona esas dos cosas que dije.

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¿Qué es lo mejor que le pasó en Barcelona y qué es lo que prefiere olvidar?

Me pasaron casi todas cosas buenas. No tengo muchas cosas de qué quejarme. Disfruté mucho mi etapa como jugador. Tuve la suerte de salir campeón como jugador; después disfruté mucho mi etapa como técnico. También salí campeón como entrenador, pero sobre todas las cosas tuve la posibilidad de jugar y dirigir en un gran club. Hice amigos. Este es un país por el que siento un gran afecto. Soy argentino. Amo a Argentina; después de eso, mi lugar en el mundo es este.

¿Se volvería a ir caminando del Monumental si lo sustituyeran en un partido?

(Ríe) No, creo que ya no. Esas son reacciones espontáneas. Eso quedó como anécdota y muy buena. Eso pasó en 1991 (en la Copa, ante Deportes Concepción, de Chile). Lo más importante es que después de eso Barcelona salió campeón.

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¿Le habría gustado que en su etapa como jugador y DT canario sus presidentes hayan sido exfutbolistas?

No lo relacionaría conmigo esencialmente, como jugador y como entrenador. Sí creo que para Barcelona es muy positivo hoy tener en la dirigencia a dos personas que uno es el mejor arquero de la historia de Ecuador (se refiere a José Francisco Cevallos), y el otro es uno de los mejores futbolistas extranjeros que pasó por Barcelona (Carlos Alfaro Moreno). Ellos, en dos años, han hecho lo que a otras directivas les costó diez años. Y hay otras que no lo terminan de conseguir nunca.

¿Cómo le fue con los dirigentes? Uno de ellos lo acusó de no atender bien sus obligaciones como DT?

No creo que valga la pena contestar eso. Le respondo a usted como periodista, a nadie más. Yo basé mi carrera como técnico y como jugador en el trabajo y en la disciplina. Por eso jugué 17 años y llevo 20 como entrenador. La gente que es del fútbol me conoce; con eso para mí es suficiente.

¿Es Barcelona el club al que más ligado está afectivamente?

Me siento una pequeñita parte entre los que colaboraron para mejorar la historia del club. Sí, tengo un gran afecto por este club; no diría que el mayor. Jugué y fui técnico de San Lorenzo, que es el club del que fui hincha toda mi vida. Cuando vine a Ecuador dije que como futbolista la única camiseta que me pondría aquí era la de Barcelona, y cumplí. Pero como entrenador las realidades cambian.

¿Cómo vio el partido de Copa perdido con Gremio?

Barcelona sintió mucho la falta de cuatro jugadores titulares: Darío Aimar, Mario Pineida, Gabriel Marques y Jonatan Álvez. De diez futbolistas de campo le faltaron cuatro; es el 40% de un equipo. Y ante un rival como Gremio, que (el pasado miércoles) jugó en un nivel muy alto, en el que debió ser, presumo, el mejor partido de Gremio en esta Copa. La diferencia pudo haber sido menor, sí. Barcelona tuvo tres o cuatro oportunidades claras de gol y el arquero (Marcelo Grohe) atajó extraordinario.

Cevallos dice que cuando a Barcelona lo dan por muerto pueden pasar cosas épicas. ¿Remontarán?

Puede pasar cualquier cosa. En 1992, para mí, Barcelona tenía un gran equipo. Con mucha humildad digo esto: para mí, ese equipo fue superior al de 1990 y al de 1998, que a mí me tocó dirigir (ambos jugaron la final de la Libertadores). El único equipo que podía ganarle a ese Barcelona era el Sao Paulo, de Telé Santana. Si los hubiese superado a ellos (a los brasileños) creo que era campeón. Perdimos 3-0 en Sao Paulo. Todo el mundo creía que ya estaba cerrada la llave, pero en Guayaquil ganamos 2-0. Faltó un gol para ir a los penales. (El 0-3 ante Gremio) Es una diferencia en contra amplia, pero los partidos siempre hay que jugarlos. Nunca está nada dicho.

Guillermo Almada era hasta antes de la derrota el mejor DT para los canarios. Pero ahora lo apalean en redes sociales. ¿Qué opina?

Nunca opino de lo que sale en las redes sociales. No me gusta opinar sobre temas de otros entrenadores. No creo que el trabajo de un entrenador sea el reflejo de lo que se ve en las redes sociales.

¿Si recibiera una hipotética oferta de Nassib Neme qué le respondería?

Es un hombre al que valoro mucho como persona y como dirigente, pero él no me contrataría a mí como entrenador, pese a que somos amigos. Y yo, además, no dirigiría a Emelec tampoco, pero seguimos siendo amigos. Él sabe que yo estoy identificado con Barcelona.

¿Ha visto cómo quedó el Capwell, remodelado?

No tuve la suerte de pasar por ahí, pero sí he visto cómo ha quedado. Es un estadio muy bonito. Siempre fue un estadio muy lindo, y ahora está excelente. (D)