En nuestro país cada vez que nombran a un ministro del Deporte hay notable expectativa de que la actividad deportiva sea manejada con la importancia y jerarquía que merece.

Por esta cartera de Estado desde diciembre del 2007 pasaron siete funcionarios, entre titulares y encargados. El primero fue Raúl Carrión, con dos años en funciones. Como médico estuvo en el fútbol y otras disciplinas, pero tuvo serios problemas legales causados por la mala contratación de obras de escenarios deportivos. Con su subsecretario surgió la figura del ‘come cheques’. Le siguió Sandra Vela, quien debía cambiar la imagen de su antecesor y elaborar la nueva ley, aprobada sin tomar en consideración las recomendaciones de los actores y gestores deportivos.

Luego llegó José Francisco Cevallos, para aplicar la nueva ley. Le tocó obligar a convocar elecciones con nuevos cuadros directivos de todos los organismos deportivos del país. Esto provocó la eliminación de la dirigencia en todo nivel. Fueron intervenidos quienes se negaron a la renovación. Fue una generación perdida porque los que fueron elegidos, con la nueva ley y por clubes de papel, en muchos casos fueron un fiasco.

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El remedio fue peor que la enfermedad, porque los nuevos directivos cometieron y aún cometen barbaridades y horrores en el manejo del deporte. El mejor legado de Cevallos fue la implementación del Plan de Alto Rendimiento.

Lo reemplazó Cecilia Vaca, por cuatro meses sin pena ni gloria hasta el arribo de Catalina Ontaneda, quien permaneció diez meses en el cargo. Le presentaron muchos proyectos que nunca acogió aduciendo falta de recursos, pero para sorpresa de muchos, al final del ejercicio fiscal 2015 se dio el lujo de devolver a las arcas del Estado algunos millones. Claro, cuando hay partidas no utilizadas deben ser retornadas al Estado, pero fue injusto que habiendo tantas necesidades en el deporte se hayan reintegrado.

La posta la recibió Xavier Enderica, exdeportista de alto rendimiento y había nuevas esperanzas. Se fue tras 15 meses de intentar organizar el deporte. Fue el periodo en el que pasó a manos del ministerio el Plan de Alto Rendimiento. Luego el encargo fugaz de cinco meses fue para Paola Marcillo y se recordará que en su ‘administración’ se devolvió el manejo y control de la alta competencia a las federaciones ecuatorianas.

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Nos decía un alto directivo que esos cambios de funcionarios causan dificultades porque cada uno llega con una forma distinta de manejo al anterior.

La designación de Andrea Sotomayor abre nuevas ilusiones. Fue presidenta de la Federación de Hockey. Sabe de las necesidades de planificar con responsabilidad, de la urgencia de los envíos de recursos completos y a tiempo para desarrollar los planes. Y como miembro del directorio y tesorera del COE entiende el espíritu y filosofía del movimiento olímpico.

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Conoce la urgencia de revisar la ley y sus incongruencias. Debe normar la forma de integrar las federaciones provinciales y las nacionales. Debe tener bien clara la delgada línea que separa el Estado del Deporte. Distingue bien sus roles y funciones. Todos los que llegan al ministerio creen que tienen la primera y última palabra, incluso por encima de los máximos organismos deportivos que deben tener autonomía técnica, administrativa y económica. Entre otros, los retos para Sotomayor son reformas a la Ley y su reglamento, mayores controles de los recursos. Elaboración, publicación y aplicación del plan de desarrollo de la educación física, que debe ser el documento básico que contenga los nuevos paradigmas de esta herramienta pedagógica y formadora que es el deporte. (O)