El suizo Roger Federer anunció el pasado lunes en su página de internet que no jugará Roland Garros (28 mayo-11 junio) esta temporada para concentrarse en los torneos sobre hierba y pista dura.

Será la segunda vez consecutiva que Federer, lesionado el año pasado, no disputa Roland Garros, donde ganó en 2009.

“Trabajo duro desde hace un mes con el objetivo de jugar todavía varios años en el circuito, pienso que es mejor hacer una pausa en la temporada de tierra batida”, explicó el vencedor del último Abierto de Australia en una carta a sus aficionados.

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La renuncia del suizo de 35 años, quinto en la ATP, no es una sorpresa. Federer había difundido un video la semana pasada en Twitter en el que entrenaba en pista dura en Dubái, mientras que Roland Garros es el ‘templo’ de la tierra batida.

El ganador de 18 títulos del Grand Slam no ha competido desde que ganara el Masters 1000 de Miami a principios de abril. Fue su tercer trofeo de esta temporada, tras el Abierto de Australia e Indian Wells.

En Florida, declaró que reduciría al máximo su temporada en tierra batida, pero evocando una posible participación en Roland Garros. Incluso hace dos semanas dio a entender en una entrevista que estaría en París, a pesar de no haber participado en ninguno de los torneos previos.

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Había precisado que anunciaría su decisión definitiva el 10 de mayo. Llegó el día y los aficionados no tuvieron noticias. El día siguiente recibieron en las redes sociales una foto entrenando en pista dura en Dubái.

La tierra batida siempre ha sido la superficie en la que el juego ofensivo de Federer más problemas ha encontrado, a pesar de que se formó entrenando en polvo de ladrillo.

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Mes y 17 días sin jugar
Federer no ha competido en un torneo desde el 2 de abril, cuando ganó su tercer título del 2017, en el Abierto de Miami. Ese triunfo mejoró su récord de este año a 19-1.