Mario Kempes, figura estelar de Argentina en la conquista del Mundial 1978 -mejor jugador y goleador-, estuvo en Guayaquil y en diálogo con Antonio Romero, de este Diario, en una parte de la entrevista dijo: “Tenemos la losa de los militares (la dictadura de 1976 a 1983) y del partido contra Perú”. Luego, en las conferencias del evento Bichito del Fútbol, de entrada Mario Canessa le tocó el tema de la visita de Jorge Videla al camerino de Perú. La respuesta de Kempes fue: “Nunca estuvimos enterados de lo que estaba ocurriendo”.

El Mundial 1978 fue utilizado por la dictadura militar argentina, encabezaba Videla, para ocultar miles de crímenes de Estado que llenaron de terror, miedo y vergüenza a todo ese país. Y del resultado sobre a Perú hay sospechas de arreglo.

Los militares se apoderaron de la organización del Mundial al conformar el EAM 78, (Ente Autártico Mundial 78) presidido por el vicealmirante Carlos Lacoste. Apartaron a la AFA y armaron un presupuesto para la entrega de contratos sin licitación y con sobreprecio.

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Argentina armó un muy buen equipo liderado por Kempes, Daniel Passarella, Oswaldo Ardiles, Leopoldo Luque y otros.

El torneo tenía un formato diferente al actual. La Albiceleste, en las semifinales que se dividían en dos grupos –el primero de cada llave iba a la final– midió a Perú en el último partido de su llave. El local necesitaba ganar por buen margen de goles para que no sea Brasil el finalista. Se dice que Videla visitó el camerino de los peruanos, antes y después del juego. En la cancha ganó Argentina por un contundente 6-0. El Gobierno argentino le entregó al de Perú un aporte económico no reembolsable, envió un barco con alimentos y desbloqueó cuentas bancarias del Gobierno sureño.

La final se le ganó a Holanda 3-1 con dos goles de Kempes. Lo cruel es que a unos 1.000 metros del estadio de River, donde se jugaron varios duelos y la final, estaba la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los lugares clandestinos más tenebrosos y de tortura a opositores.

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Estos tristes episodios han sido motivos de grandes reportajes, libros y testimonios como La vergüenza de todos, Historia paralela y otros, que descubrieron las barbaries ejecutadas por Videla y sus secuaces y el uso del fútbol para disimular, por un tiempo, todas sus atrocidades.

Con el paso del tiempo, especialmente por investigaciones y denuncias como las de las Madres de la Plaza de Mayo, se conocieron, por ejemplo, los “vuelos de la muerte”. La cantidad de desaparecidos llegó a casi 30.000 en todo el país, entre ellos el tenista Daniel Schapira, el atleta Miguel Benancio Sánchez, el futbolista Claudio Tamborini.

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Ricardo Villa, campeón del mundo en 1978, dijo años después que “la dictadura nos usó para su propaganda, pero los futbolistas no fuimos cómplices de ese juego político porque vivíamos engañados”.

Luque aclara que no hubo vinculación de la selección con la dictadura. “Cuando hacía un gol, el pase me lo daba Bertoni o Kempes, no Videla”, decía.

René Houseman sentenció: “No sabía qué pasaba en el país. Hoy que lo sé, me da asco. Le di la mano a Videla; ahora preferiría cortármela”. Ardiles comentó: “Duele saber que fuimos elementos distractores”.

Detrás de los gritos por los goles de Kempes también estaban las voces desesperadas de hombres y mujeres que desaparecían de sus casas y eran torturados por las fuerzas militares represivas. Resulta oportuno repasar estos tristes y dolorosos capítulos que mancharon la pelota para alertar a las nuevas generaciones, para que estén atentos y no permitan nunca más que se vuelva a usar la pasión del deporte con fines poco puros, como lo hizo el dictador Videla, quien entregó el trofeo de la FIFA a Passarella capitán argentino. (O)

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El exdelantero argentino René Houseman sentenció: “No sabía qué pasaba en el país. Hoy que lo sé, me da asco. Le di la mano a Jorge Rafael Videla; ahora preferiría cortármela”.