Por: Ricardo Vasconcellos R.

Ningún dirigente de hoy, a todo nivel, tiene noción de historia deportiva. Solo se conocen entre ellos y ni siquiera saben cómo llegaron a ser dirigentes.

Nuestra columna en póstumo homenaje a Justo Cuto Morán publicada el 24 de agosto desató un aluvión de llamadas telefónicas y correos en muestra de reconocimiento a uno de los deportistas más destacados, caballerosos y nobles de la historia de nuestro deporte.

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Nos sorprendió una llamada llena de congoja y nostalgia de parte de otro grande del baloncesto: el quiteño Gonzalo Cevallos, el famoso Patallucha que fue rival de Cuto en los recordados duelos Guayas-Pichincha de los desaparecidos campeonatos nacionales. “Fue mi adversario y también mi compañero en las selecciones nacionales, pero sobre todo fue un ejemplo como persona, un hombre de una gran calidad humana” dijo Cevallos.

“Al leer su columna y la de Otón Chávez en EL UNIVERSO nos llenamos de tristeza quienes compartimos con Cuto esos grandes años, como Marcelo Holguín y Santiago Oleas, que siendo quiteños jugaron en Athletic, Rodolfo Arroyo y Jorge Rivadeneira”, agregó Cevallos, quien recordó también a otros grandes canasteros porteños: Pablo Cabanilla, Carlos Valle, Luis Aparicio, Pío y Pablo Sandiford, Mauro Intriago, Abel Jiménez, Jorge Chato Mejía, Nicolás Lapentti, Juan Sala, Gregorio Loor y muchos más.

Carlos Julio Emanuel Morán, sobrino de Cuto Morán, nos envió un correo a nombre de su familia y recordó en conceptuosas frases lo que aprendió de su célebre tío, que fue maestro del deporte y maestro de vida.

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Otro correo vino de Jorge Carriel, quien lidera un grupo de exdeportistas vinceños dedicado a resaltar el valor que en el deporte ecuatoriano han tenido grandes figuras como Cuto, Fausto Montalván, Jaime Ubilla, Bonifacio Morán, Agustín Fuentes y Ayub Sánchez. Jorge ha heredado de su padre, don Inocente Carriel Pincay, esta virtud del respeto al pasado y a la historia. Nos extendió una invitación a Vinces y quedamos comprometidos.

En la columna del pasado 24 de agosto recordamos a las leyendas vinceñas, pero cometimos una injustificable omisión: la de Agustín Fuentes, nuestro compañero de la natación, inseparable amigo y compadre, fallecido hace pocos años. Integró las selecciones nacionales en los grancolombianos de 1958, 1959 y 1961, los sudamericanos de 1960 y 1962, a los Juegos Panamericanos de 1959. Fue campeón Grancolombiano en Caracas y Guayaquil y Bolivariano en Barranquilla. Formó legiones de nadadores pues era un incomparable maestro de infantes, pero también preparó a sus hijos Josefina, Lolita y Gregory que dieron gran lustre al país.

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Nicolás Parducci, jurista y ameritado columnista de este Diario, nos envió un correo recordándonos que la grandeza del básquet porteño nació con aquella generación de los introductores de este deporte y campeones en las I Olimpiadas de Riobamba en 1926. Formaron ese histórico grupo de basquetbolistas pioneros Fernando López  Lara, Nicolás Parducci, Egberto García, Pedro Pablo Baquerizo, Atahualpa Chávez, Clodoveo Alcívar, Gonzalo Freile y Samuel Contreras. Y tiene toda la razón. Ellos sembraron la semilla que hizo de nuestro básquet un motivo de orgullo para Guayaquil y para el país.

También recibí una llamada de Pedro Mata Piña, una biblia del deporte guayaquileño, gran alero derecho del Reed Club y Estudiantes del Guayas de finales de los años 40 y primeros de la década del 50. Pedrito nos hizo conocer la historia del Atlántida, aquel equipito en el que Cuto se inició cuando llegó a Guayaquil. Pedro formó parte de ese barrio de Escobedo y 9 de Octubre, aunque pertenecía a la gallada de Rocafuerte y callejón Magallanes.

“El Atlántida lo formó un funcionario de la Cervecería y en el primer equipo que surgió estaban Cuto, Pedro Calero, Pedro Jiménez, más tarde gran beisbolista, Gustavo Mateus Ayluardo, Goyo Sánchez y Miguelón Aguirre. Jugaban en las ligas de novatos en partidos que se hacían en la Sociedad de Carpinteros y luego en la LDE de la calle Rumichaca”, cuenta Pedro, quien ostenta el grado de Vinceño Honorario que le concedió el Municipio de esa ciudad.

Además jugó y luego presidió el famoso club San Lorenzo. Narra que él jugaba en un equipo de fútbol llamado Roc-Roc, de Roca y Rocafuerte y en esa esquina puso una residencial José Muñoz Aspiazu, vinceño, y allí llegaban todos sus paisanos, entre ellos Cuto y Miguel Chacarita Morán, Jaime Ubilla y su hermano Gonzalo, Trompeta Paredes, que actuaron en Roc-Roc. Ellos lo invitaron a que reforzara al San Lorenzo y desde allí se vinculó con París Chiquito hasta el día de hoy.

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Carlos Jurado Morán, un hombre del deporte que alcanzó a jugar con Cuto, reclamó en una Carta al Diario EL UNIVERSO la ausencia de los dirigentes del deporte de Guayas y de la Federación Ecuatoriana en el funeral de una auténtica gloria deportiva. Eso tiene su explicación: ninguno de los dirigentes de hoy, a todo nivel, tienen la menor noción de historia deportiva. Solo se conocen entre ellos y ni siquiera saben cómo llegaron a ser dirigentes.

Mientras usted lee esta columna estaremos viajando a Vinces donde recordaremos en una charla al querido Cuto Morán y a las leyendas del deporte de esa ciudad que tanto ha aportado al prestigio del Ecuador deportivo.

P. D.: Todavía no sabemos quién mandó a borrar el nombre de Luciano Macías de la tribuna del Monumental, que un día fue bautizada con su nombre.

Cuto Morán fue mi rival, pero sobre todo fue un ejemplo como persona, un hombre de una gran calidad humana, dijo el exbasquetbolista Gonzalo Cevallos.