Bernard Fougéres

  • Morir en París con o sin aguacero

    “Por más que me conmueva el poema de César Vallejo, no deseo fallecer en la Ciudad Luz sino en Guayaquil, donde estoy viviendo por más de cincuenta y dos años. Cremarán mis restos, me iré esfumando sin tanta alharaca.

  • ¿Libidinosos somos?

    ¿Libidinosos somos?

  • Iglesias católicas profanadas

    Durante siglos hemos contemplado con reverencia las extraordinarias catedrales góticas creadas por el genio del hombre, los templos románicos, las basílicas imponentes.

  • El auge de la profanación y del crimen

    Hemos visto que más y más se producían profanaciones en iglesias católicas: musulmanes radicales mancillan los templos, en varios países degüellan a los cristianos, los matan de un tiro en la nuca.

  • ¿Por qué odiamos?

    El odio y el amor existen desde siempre. A pesar de los años que ya tengo, nunca supe ni pude odiar a alguien, aprendí que las diferencias no justifican el odio, mas desde el maltrato a las mujeres, las tontas envidias, la homofobia, el fanatismo, hasta el terrorismo, pasando por la intolerancia, el odio se presenta de múltiples formas.

  • ¿Cuánto pesan nuestras cenizas?

    El velatorio se nota diferente, el ambiente menos tenso. En el espacio donde supuestamente se ubica un féretro solo se ve un cofrecito puesto sobre una mesa.

  • Todos somos pueblo

    He aquí una palabra que enciende la máxima intolerancia. Para ciertos el pueblo es manada de burros, víctima de consultas manipuladas, carne de escrutinio.

  • Cuando falta una capacidad

    Suelo siempre entablar conversación con las personas que van al supermercado en silla de ruedas. Cada cual tiene una historia de la que algo aprendo.

  • Entre calvos y pelucones

    Hace varios miles de años, los egipcios ya fabricaban pelucas con cabellos naturales.

  • En blanco y negro

    ¿Por qué nací tan pálido? En la playa ni me tuesto ni me bronceo, me incendio.

  • Parejas disparejas

    Un hombre aparece en el camino de una mujer, decide recorrer unas cuantas décadas en su compañía, pocas veces logra conocer a su cónyuge a lo largo de la vida, ostenta con frecuencia malas costumbres, ensucia con sus zapatos la cocina recién trapeada, tira sus cubiertos en el fregadero, salpica el baño con su espuma de afeitar, deja siempre la tapa del inodoro en posición inadecuada.

  • Cuando me volví imprudente

    Nunca pensé que el hecho de ser columnista me volvía infalible. Más aún al declararme ateo no descarto la posibilidad de estar equivocado, comparto mis dudas, jamás pretendo expresar certezas. Respeto todas las creencias aunque no las comparta, pero no me bañaría en el río Gange.

  • Pienso, luego dudo

    Con el pasar de los años llegué a adoptar un escepticismo absoluto. Quizás por haber nacido en la tierra de Descartes dejé a un lado todo lo que no se puede demostrar.

  • El país insignificante

    Me perdonará mi columnista amigo David si uso una palabra considerada por él como chabacana, vulgar, procaz, pero yo no la sentí como tal hasta oírla en boca de Donald Trump.

  • El vértigo del poder

    No sé lo que es la pasión política, suelo ser algo impermeable a las emociones de este tipo, más bien observo con melancólica lucidez los cambios que experimentó el pueblo a través de la historia, Quienes gritaban hosanna alzando palmas cuando el Jesús bíblico entró a Jerusalén, poco después pidieron que lo crucificasen.

  • Terremotos hubo siempre

    Me apena oír a predicadores callejeros hablando del fuego que tortura sin consumir, castigos que no tienen fin, cuando el espacio o el tiempo terrenal son insignificantes.

  • La guerra del santo prepucio

    Lejos de toda polémica frente a tan delicado asunto, debo, como columnista, aportar algo de conocimiento acerca de sanctum praeputium.

  • Felicidad y vacío cuántico

    La palabra está de moda, la usa con frecuencia Lenín Moreno. Se habla de lo cuántico como antes se hablaba de la inmortalidad o de la nada.

  • No diré su nombre

    No lo diré porque aún sin saber su apellido es posible que ciertas personas pudieran identificarla. Entre mis lectores muchos comentan una de mis columnas, otros tantos mantienen una correspondencia casi constante, se identifican con lo que escribo o discrepan con virulencia.

  • Proteger a los niños

    El niño es proyecto, lienzo de pintor, vida inédita, primer paso, esperanza de vida en vía de maduración, resultado de un encuentro, eco de una violación, fruto de una pasión, a veces de una equivocación.

  • Cuando llega el otoño

    Los viejos zascandilean, pierden su tiempo en puestas de sol repetitivas, dejan que gotee en su alma insomne la luz de cualquier estrella, no prestan mayor atención a la futurible política, pues para ellos la coyuntura es tan solo la sede de una molestia artrítica.

  • Echar por la borda

    Leo cada día todos los artículos de la página editorial, también las cartas de los lectores.

  • Salvar la lengua

    A veces fantaseo, suelo imaginar un encuentro con Don Quijote, me asombra su modo de hablar.

  • Morir en París con o sin aguacero

    Por más que me conmueva el poema de César Vallejo, no deseo fallecer en la Ciudad Luz sino en Guayaquil, donde estoy viviendo por más de cincuenta y dos años. Cremarán mis restos, me iré esfumando sin tanta alharaca.

  • Cuando dos sucres eran un dólar

    Por el año 1927 el sucre estaba muy cerca del dólar, pero subió paulatinamente. Cuando llegué a Ecuador un dólar eran como veinte sucres, luego se disparó a 2.564 para llegar a 11.786 en el año 1998.

  • ¿Es el amor un huracán?

    La feminista Roxcy Bolton empezó una campaña para mostrar el desagrado de muchas mujeres, molestas por ser asociadas arbitrariamente con el desastre.

  • Emociones del alma retorcida

    Definitivamente jamás llegaré a ser lo que llaman un hombre adusto, tampoco me gustaría saberlo todo de una sola cosa, me conmueve más el llanto del niño que no logra dormir que la velocidad a la que gira la tierra, me aburren las conversaciones entre quienes se despachurran por ser de la derecha o de la izquierda.

  • Certezas de otoño

    Cuando uno llega al último tramo de la vida, resulta necesario hacer un balance de todo lo vivido.

  • Si yo fuera asambleísta

    Si cualquiera puede enjaretar un discurso, gargajear alguna invectiva, espurrear una diatriba, esputar vituperios y baldones, tendría que hablar de un modo más complicado.

  • ¿Cómo ser impasible?

    No sé si las noticias que me trae el diario aceleran mi desgaste. Entre un presidente que habla con los pajaritos, otro que todavía no sabe del calentamiento global, uno que juega con misiles, medallas, desfiles marciales, no encuentro motivo para desternillarme.