Pablo Neruda llegó por agua a Guayaquil. Acompañado por Matilde Urrutia, la que sería su tercera y última esposa.

Esa mañana de diciembre de 1957, en el muelle, lo recibió Jorge Enrique Adoum, quien tiempo atrás había sido su secretario durante dos años.

Semanas antes había recibido una carta de Neruda donde anunciaba que se embarcaría en Oslo –barco Bolívar, compañía Johnson Line– con rumbo a Valparaíso pero que haría una brevísima escala en Guayaquil. “Me pedía que lo recibiera –cuenta Adoum en su crónica ‘Con Neruda en Guayaquil’, publicada en la revista Diners, junio de 1985–, que guardara el secreto de su llegada, puesto que no quería ser entrevistado por nadie, y hasta que me las ingeniara para que pudiera pasar desapercibido lo que, dada la corpulencia intelectual y física del maestro, a plena luz del día y en Guayaquil no iba a ser fácil”.

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Adoum, aunque el poeta y su pareja se marcharían al filo de la medianoche, los instaló en el hotel Humboldt porque sabía que Neruda después del almuerzo hacía siesta. También contactó al escritor Enrique Gil Gilbert para, en su residencia, realizar una velada íntima en la que el poeta disfrutara de canciones, bailes y platillos típicos del Ecuador. Pero cuando por la tarde lo fue a visitar, no los encontró en el hotel.

Y que ese hombre alto, corpulento y de paso lento, paseaba por las calles tropicales. Enseguida corrieron los rumores de que habían visto a Gil Gilbert junto al famoso poeta chileno que compraba artesanías y objetos populares. La visita de Neruda ya no era secreta, era vox pópuli. Al final de esa tarde, Neruda visitó la Casa de la Cultura que estaba abarrotada de artistas, escritores, estudiantes y periodistas todos ávidos de conocerlo y escucharlo.

Así lo refiere Daniel Nothaf en ‘Pablo Neruda en Guayaquil’, reportaje publicado en la revista Cuadernos del Guayas, número 16 de febrero de 1958 e ilustrado con una foto en la que la pareja chilena aparece rodeada por los escritores Cristóbal Garcés, Hugo Mayo, Adalberto Ortiz, Ileana Espinel, Gastón Hidalgo Ortega y otros.

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“Ecuador siempre me ha fascinado. Conozco poco de su poesía pero admiro fervorosamente su novela. Me interesa Guayasamín por ser pintor autóctono y ese milagro tan ecuatoriano de la Casa de la Cultura, cuya celebridad corre a lo largo y a lo ancho de todo el continente (…) Me interesa la literatura del Ecuador porque resuma los profundos zumos vitales de su tierra. Porque no mira a Europa como otras literaturas americanas y hasta cuando un poeta ecuatoriano escribe en francés como Gangotena lo hace mejor que otros afrancesados que gozan de una discutible celebridad”, declaró Neruda en una improvisada rueda de prensa.

Refiere Nothaf que cuando Cristóbal Garcés le preguntó si él era el autor del poemario Los versos del Capitán, lo negó y más bien reflexionó: “La poesía es como la vida, caudalosa y compleja. El poeta no debe meterse en un cajón. Debe siempre buscar nuevos caminos. Yo no soy enemigo de ninguna tendencia. En estos momentos trabajo, por ejemplo, en una serie de poemas sardónicos”.

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En estos días, Pablo Neruda es noticia de actualidad. Han exhumado sus restos para descubrir si murió –23 de septiembre de 1973– a causa de un cáncer de próstata o porque le inyectaron sustancias tóxicas por orden del dictador fascista Augusto Pinochet.

En Neruda, extensa biografía escrita por Volodia Teitelboim, este cuenta que el poeta nació en Parral, localidad sureña y fue registrado bajo los nombres de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto y que nació el 12 de julio de 1904 y no el 14 septiembre, fecha en la que falleció su madre. Ella murió tísica por parir a Neruda.

En su familia el único poeta fue su tío Orlando Masso. Según Teitelboim, el padre –un obrero ferroviario– lo reprendía y castigaba porque escribía versos. “De allí el origen del seudónimo Pablo Neruda que adoptó más tarde, sobre todo como un modo de ocultar a su padre el deshonor de un hijo poeta”.

En octubre de 1920, a los 16 años, Neftalí Reyes muere y nace Pablo Neruda al firmar así su poema El amor perdido.

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Neruda ocultó por años su autoría de Los versos del Capitán, poemario con tinte erótico, inspirado por la cantante Matilde Urrutia con la que mantuvo una relación clandestina durante ocho años.

Teitelboim asegura que lo ocultaba por respeto a su segunda esposa la argentina y militante comunista Delia del Carril, 20 años mayor que él. Neruda se casó en octubre de 1968 con Urrutia, la cantante era dueña un pasado turbio del que ella y Neruda ocultaron y destruyeron pruebas.

Esa historia de bajos fondos, la cuenta Sergio Gómez en la revista Radar del diario argentino Página/12 bajo el título Maldición eterna a quien lea esas páginas. Si ustedes se atreven, léanlas.

Esa noche de 1957, el festejo en honor a Neruda fue en la residencia del escritor Gil Gilbert y su esposa, la artista plástica Alba Calderón. Según Adoum, la casa estaba abarrotada por más de cien personas, los integrantes de un coro, en plena calle, interpretaban canciones ecuatorianas.

Neruda se deleitó con bocados criollos y deleitó con su inmensa presencia a la concurrencia. Cerca de la medianoche, Adoum acompañó a la pareja al muelle de partida.

Ese día y noche que Neruda estuvo en Guayaquil, antes de partir el poeta escribió esta declaración que Daniel Nothaf cita en su reportaje: “Con gran emoción he visitado por primera vez la tierra ecuatoriana. Saludo con reverencia a los hombres y a las mujeres que trabajan y constituyen esta nación americana. Me voy con el corazón lleno de luz. Volveré algún día para aprender más y admirar de nuevo. Hasta pronto. Pablo Neruda”. El poeta llegó y se fue por agua a Guayaquil Pero jamás volvió a Ecuador.