Tanto en invierno como en verano, quienes habitan en ciudades húmedas y calurosas como Guayaquil, por ejemplo, están expuestos a contraer enfermedades como el dengue, que se transmite de persona a persona, a través de un mosquito, el Aedes aegypti, que es el vector, y a problemas dermatológicos como la leishmaniasis cutánea o el prurigo por insectos.

De todas ellas, la que representa mayor riesgo es la primera. Los mosquitos nacen libres tanto del virus del dengue como el de cualquier otra enfermedad. Hay que diferenciar que es la hembra la que pica, no el macho, porque este solo consume azúcares, hidratos de carbono y néctar de plantas. Para que exista la transmisión, las hembras primero deben ingerir sangre de una persona infectada. Luego pican a otra y le transmiten el virus.

En el documento Participación social en la prevención del dengue: guía para el promotor (Argentina, 2009), se amplía este concepto de la siguiente manera: la picadura de las hembras ayuda a reproducir los mosquitos, ya que requieren de sangre cuando están por poner huevos. Antes de succionarla, inyectan saliva que contiene sustancias anticoagulantes y es en ese momento en el que pueden transmitir la enfermedad.

Publicidad

Esto lo corrobora el epidemiólogo del hospital Luis Vernaza, Federico Cabrera, al explicar que “si la hembra no tiene el virus, lo único que va a hacer es picar, tomar un poquito de sangre para sus huevos y nada más. Pero si pican a alguien que tenga la enfermedad, chupa su sangre y le aspira el virus, luego pica a otro y se lo transfiere. Así se va diseminando”.

Existen mitos alrededor de la picadura del mosquito y el más común es que busca a quienes tienen ‘sangre dulce’. Joubert Alarcón, coordinador de Entomología del Servicio Nacional de Control de Enfermedades Transmitidas por Vectores Artrópodos (SNEM), explica que siempre hay humanos que son más atractivos para los mosquitos y que esto depende de los olores que emanan. “Ellos se acercan básicamente por el olor, el sudor y el anhídrido carbónico que uno exhala; de ahí los otros factores hormonales o bioquímicos que influyen dependen de la persona porque hay mosquitos que se acercan más a unos y menos a otros. No es por la sangre, sino porque (la persona) es atractiva para el mosquito”.

Francisco Andino, infectólogo y miembro del Grupo Latinoamericano del Dengue (GLAD), añade que “cada persona tiene un pH distinto, pero todas son propensas a ser picadas, unas más, otras menos. El mosquito (hembra) al picar a una persona hace su sobrevivencia de especie, busca los glóbulos rojos para generar otro ciclo de mosquitos”.

Publicidad

Explica que nuestras condiciones climáticas son propicias para la reproducción del mosquito. “Para que pueda reproducirse necesita arriba de 25 grados centígrados. El clima del verano rompe un poco la cadena de su replicación, pero algunos viven en microclimas y las casas guardan microclimas y ahí es donde precisamente está el Ades aegypti, que habita conjuntamente con nosotros”.

Publicidad

Alarcón indica que además de este, existen otros dos géneros de mosquitos: Anopheles y Culex. El Anopheles está presente en todo el país y transmite el paludismo. Al respecto, Cabrera apunta que “aquí no hay tanto paludismo, hay más dengue porque los mosquitos viven en áreas tropicales y subtropicales, pero el Aedes (aegypti) es un mosquito muy adaptable a los ambientes, incluso en el frío sobrevive”.

El Culex, dice Alarcón, es “el que más abunda en las casas y el que más molesta, pero en nuestro país no transmite ninguna enfermedad, solo es una molestia pública”. Los mosquitos se reproducen en agua almacenada. Alarcón afirma que para erradicar las enfermedades o prevenirlas, primero hay que identificar cuáles son los criaderos de cada vector. “El Aedes aegypti, generalmente se cría en depósitos que contienen agua limpia, como plásticos (vasos, tarrinas, floreros, tanques, tinas) y llantas. En charcos y lagunas se crían el Anopheles y el Culex”, indica. Los brotes epidémicos se producen cuando existe alta posibilidad de contacto entre mosquitos y personas. De ahí la importancia de eliminar los criaderos. Andino agrega que la fumigación debe ser tanto intra como peridomiciliaria.

Cabrera señala que hay que saber cuándo hacerlo. “Dentro de los domicilios se debe fumigar en las noches. El Aedes aegypti es peri e intradomiciliario, duerme en la casa y lo encontramos más en los clósets, detrás de la ropa, ahí descansa”. Como medidas personales, Alarcón recomienda aplicarse repelente, colocar mallas metálicas en ventanas, usar camisetas o blusas manga larga y en lo que se refiere al control de criaderos, señala que las autoridades “están trabajando y fumigan con insecticidas, larvicidas y biolarvicidas”.

En caso de que se presenten síntomas de dengue que son dolor de cabeza, fiebre, mialgias, dolor retroocular y escalofríos, no hay que automedicarse, solo mantenerse hidratados, ingerir líquido e ir a un centro de salud, ya que esta enfermedad requiere de un diagnóstico clínico.

Publicidad

Pero los brotes epidémicos no solo deben erradicarse por el dengue. La picadura del mosquito también puede inocular el parásito de la leishmaniasis cutánea. Se transmite “cuando el mosquito pica, sale una ronchita y la persona empieza a rascarse y la roncha se convierte en úlcera”, explica el dermatólogo Kléber Ollague. Lo óptimo es acudir a un especialista.

La situación puede empeorar en personas que tienen fondos alérgicos. En ellas las picaduras desencadenan prurigo por insectos, reacción alérgica exagerada. Ollague sugiere aplicar una loción de calamina dos veces al día o una crema con corticoide de baja potencia y tomar antialérgicos. Dice que en caso de no tratarse, se puede generar una infección bacteriana y que esta a su vez puede ocasionar la aparición de un forúnculo o absceso. Al contrario de lo que comúnmente se hace, el alcohol no es recomendado porque irrita la piel.