No fue a ningún curso que la Delegación Provincial Electoral del Azuay ofreció a los adolescentes y jóvenes de entre 16 y 18 años de edad para informar sobre el voto facultativo, pero Diego Saavedra, de la comunidad de Puchún, ejerció su derecho al voto por primera vez a los 16 años en el cantón Sígsig, Azuay.

Su caso se replicó en todo el Azuay y otras provincias del país, donde los adolescentes acudieron sin obligación a sufragar. Lo hicieron con mucho optimismo, aunque sin la debida información.

Entre las 10:00 y 13:00 de ayer, la concurrencia de votantes fue masiva en los recintos electorales del Azuay. En las colas de varones y mujeres había un alto porcentaje de adolescentes, lo que llamó la atención de los mayores.

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“Mi familia me dijo que me pueden pedir el certificado de votación cuando me matricule el próximo año en el colegio, o cuando pida trabajo”, dijo Diego Saavedra, el votante de Sígsig, quien aseguró conocer a los candidatos de su preferencia, aunque no pudo especificar qué elegían los ecuatorianos ayer domingo.

También John Matute, de 16 años, decidió participar. El simple hecho de tener la posibilidad de dar su voto fue lo que lo motivó y acudió en compañía de su hermano mayor.

“Estoy muy contento porque nos toman en cuenta a los jóvenes, es decir, les interesa lo que pensamos y opinamos para nuestro futuro”, manifestó el joven con una sonrisa.

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“Ahora hay más organización; cuando acompañaba a mi mamá había confusión”, agregó.

En Manabí, en cambio, a los electores les sorprendió observar votando a policías, militares y miembros de la Armada. En Jaramijó, por ejemplo, los militares, con su uniforme y armas, depositaban sus papeletas en los biombos luego de sufragar. En Manta hicieron lo mismo los policías que resguardaban los exteriores de los recintos localizados en la parroquia Tarqui, así como en Montecristi.