Verónica Berrones
QUITO.- Esos viejos tiempos de venir a Quito, hacer gestiones o reuniones y volver el mismo día por vía aérea podrían terminarse con el nuevo aeropuerto en Tababela, que empezará a operar el 20 de este mes. El tiempo que tomará trasladarse del valle nororiental a la ciudad de Quito marcará la agenda de los usuarios aéreos.

“Existe mucha incertidumbre con respecto al tiempo, porque dicen que en total se requerirá entre una y tres horas, pero solo cuando se viva se podrá formar un criterio real”, comenta Renato Carló, gerente de Kronos, laboratorios farmacéuticos, de Guayaquil.

Su perspectiva, entonces, es que las labores, reuniones o citas deberán empezar “muy temprano” y para que ello ocurra se debe tomar el primer vuelo y aprovechar al máximo el día. Sin embargo, al final de la jornada, se vislumbra un inconveniente: el retorno posiblemente no sea el mismo día.

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Solo considerando que se requiera de dos horas para movilizarse al nuevo aeropuerto, destacó Carló, en el día se habrán perdido cuatro horas. “No queda más que acoplarse”.

Así, las reuniones que antes se veían relativamente cerca deberán planificarse de otro modo, “y eso es un egreso adicional”. Pero lo más molestoso, según Carló, es el tiempo que se pierde en ir y venir del aeropuerto y más si el traslado es en horas pico (de alto tráfico).

Silvio Heller, directivo de algunos centros comerciales en la capital, también se muestra preocupado y molesto. “Si solo salir o llegar (a Quito) demorará tres o cuatro horas en el día... No entiendo la visión adoptada por autoridades”, señala.

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Heller aduce un mal manejo en la operación y planificación del aeropuerto. No están hechas las vías pese a los “largos años” (tres) que las autoridades tuvieron antes de iniciar la construcción de la terminal. “Eso traerá redes de problemas que solo la vivencia dirá hasta dónde podemos llegar”, dice.

Desde su oficina, el empresario puede llegar al aeropuerto actual en 10 minutos para tomar un vuelo a Guayaquil, pero desde el 20 de febrero ese tiempo se convertirá en una hora u hora y media. “Eso es desbaratar el sistema de la ciudad”.

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El asambleísta Juan Carlos Cassinelli, usual pasajero de Guayaquil a Quito, anuncia que propondrá en la Asamblea que el inicio de la sesión del pleno, los martes, ya no sea a las 09:30, sino a las 11:00. En caso de no tener acogida su propuesta viajará la noche anterior, aunque espera existan nuevas frecuencias de vuelo.

El empresario Guillermo Hidalgo, en cambio, indica: “Para cualquier persona, el malestar es terrible porque está acostumbrado a moverse con una hora antes y no más”.

La expectativa de operación también la viven las aerolíneas. Aerogal, por ejemplo, está notificando a sus pasajeros, a través del call center, que a partir del 20 de febrero la distancia entre el aeropuerto y la ciudad de Quito es de 28 kilómetros, y el tiempo de traslado oscilará entre 60 y 90 minutos.

LAN, por su parte, a través de la página web y cada vez que alguien consulte sobre un pasaje a Quito, advertirá sobre el cambio de lugar de la terminal.

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Aquello perjudicará al transporte aéreo, según Marco Subía, presidente de la Asociación de Representantes de Líneas Aéreas del Ecuador (Arlae). Cree que los usuarios dejarán de tomar vuelos hasta que se acostumbren a la distancia.

Subía estima que los viajes caerán entre el 25% y el 30%, pero una vez hecho el hábito todo fluirá de otro modo. Cita además que un pasajero siempre debe estar una hora antes, si el vuelo es doméstico, y dos horas antes si es internacional.

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