Llegan con su vestimenta autóctona: las niñas con una faja que rodea su cintura, el anaco (falda), y una blusa con encajes; los niños, con camisas bordadas en el cuello y pantalón de tela. Pero al hablar se expresan mayoritariamente en castellano, pese a que sus padres nacieron en comunidades de la Sierra donde predomina el quichua o kichwa, como se registró a este idioma ancestral en la Constitución actual.

Son los niños del pueblo kichwa, que viven en Guayaquil y que recién mantienen un contacto más frecuente con el idioma nativo de sus padres al entrar a las escuelas interculturales bilingües. Estas fueron creadas en 1988 para impulsar el uso de los trece idiomas ancestrales que hablan las poblaciones de igual número de nacionalidades.

Luis Píntag y Rosa Yautibug son dos niños kichwas que nacieron y crecieron en esta ciudad. El primero, de 9 años, estudia en el Centro Intercultural Bilingüe Atahualpa, en Durán (Guayas). Dice que sus padres le hablan en español y que cuando entró al plantel solo sabía decir papá (tayta). Recién amplió su vocabulario y a estructurar oraciones en la escuela.

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Mientras que María Yautibug, abuela de Rosa, cuenta que su hija emigró de Riobamba (Chimborazo) a Guayaquil (Guayas) hace quince años y aprendió el castellano. “Salimos por necesidad y los guaguas desde chiquitos aprenden castellano y el kichwa solo lo entienden, no lo hablan”, dice refiriéndose a su nieta que estudia en el Centro Intercultural Bilingüe Santiago de Guayaquil, ubicado en Bastión Popular.

La falta del traspaso generacional del kichwa, de padres a hijos, fue uno de los factores analizados por el sociólogo español Jon Sarasua, quien estuvo en el país y advirtió el 14 de enero pasado, en un foro realizado en Quito, sobre el peligro de que esta lengua nativa se extinga.

Él es parte de la primera generación de habitantes del País Vasco (una comunidad autónoma española) educados en su lengua nativa, el euskera, de forma alternada con el castellano, dice Sacha Rosero, un kichwa que hizo un posgrado en Sociolingüística en la Universidad de Mondragón, en España.

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Rosero califica la situación del kichwa como grave. “Hay vergüenza y miedo a hablar en kichwa. Los padres pensando que hacen bien evitan usar su lengua autóctona y crían a sus hijos en español porque así creen que sus hijos tendrán mejores oportunidades”, agrega.

Este retroceso se evidencia en la diáspora kichwa que se ha dispersado en distintas regiones del país y del mundo, y en las mismas comunidades indígenas de la Sierra, donde se originó este pueblo, según Rosero.

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El censo del 2010 determinó que hay 591.448 kichwas hablantes en el país. Pero el uso de las lenguas nativas entre los menores de 12 años que se autocalificaron como indígenas ha disminuido. En el censo del 2001, el 60,1% de los niños con menos de 12 años hablaba en su lengua nativa. Mientras que en el del 2010, solo lo hacía el 57,5% de estos menores.

Este retroceso responde a un proceso de exclusión histórica que ha enfrentado la población indígena, dice Ariruma Kowii, director del área de Letras de la Universidad Andina Simón Bolívar con sede en Quito.

“Recién se lo empieza a reconocer (al kichwa) como lengua del país en la Constitución de 1945, aunque en las reformas posteriores se lo volvió a excluir hasta incluirlo ya de forma definitiva en la Carta Magna de 1978”, dice Kowii.

El artículo 2 de la actual Constitución establece que el kichwa junto con el castellano y el shuar son idiomas oficiales de relación intercultural. Pero en la práctica no hay una política clara, directa e integral para recuperar las denominadas lenguas ancestrales, agrega Kowii.

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El sistema intercultural bilingüe (que incluye establecimientos en los que se imparte con el uso de las lenguas ancestrales) tiene limitaciones de espacio y personal para garantizar este objetivo, agrega el especialista.

En el país hay unos 3.500 establecimientos interculturales bilingües para 306.195 niños menores de 12 años que se autocalificaron como indígenas en el censo del 2010, según Mariano Morocho, actual supervisor y exdirector nacional de Educación Intercultural Bilingüe.

El funcionario dice que lo paradójico es que ahora los padres kichwas envían a sus hijos a las escuelas para que aprendan su lengua nativa, cuando antes los mandaban para que conocieran el castellano.

Mientras, aún falta cumplir lo dispuesto en el numeral 10 del artículo 347 de la Constitución sobre “asegurar que se incluya en los currículos de estudio, de manera progresiva, la enseñanza de al menos una lengua ancestral”.

La falta de práctica del idioma hace estancar, además, el proceso natural de incluir nuevas palabras para significar determinadas cosas o inventos recientes, añade Rosero, quien impulsa desde hace año y medio un programa para la recuperación lingüística del kichwa en la provincia de Imbabura.

Se trata de una adaptación del modelo aplicado en el País Vasco (España) y Hawái (EE.UU.), lugares cuyos idiomas nativos están en retroceso.

En Imbabura, el plan se soporta en un estudio elaborado por el grupo Kichwashun (Vivamos en kichwa), el cual refleja que solo el 5% de los niños kichwas del cantón, menores de 5 años, lo hablan.

Este proyecto tiene varios componentes. El primero consiste en modernizar la lengua con la interpretación de nuevos neologismos (términos) durante los próximos diez años para ampliar el vocabulario. En este caso se plantea la opción ante la Academia de la Lengua Kichwa (ALKI), creada en el 2003 con sede en Riobamba, Chimborazo, provincia con mayor número de población kichwa, seguida por Imbabura.

Así ya se han incluido términos como nikichin (computadora en kichwa). Con ello se evita la quichuanización de palabras de otras lenguas, dice Morocho. Por ejemplo, a expresiones como carro se le antecede para pasarla al kichwa la palabra nishca (que significa: el llamado), es decir, carronishca. “Lo aprobado por la Academia (ALKI) es antawua”, dice Morocho.

Un segundo pilar es la educación. Se aspira a preparar a profesores para que en los próximos cinco años se enseñe el idioma en las 605 escuelas públicas que hay en Imbabura.

El tercero es crear una plataforma literaria y aumentar el uso y presencia del kichwa en internet y en los medios. Para esto se traduce la novela Don Quijote de la Mancha como un intento para darle prestigio al idioma, dice Rosero, quien añade que en 18 meses ya se han traducido diez capítulos.

Detalles: Idiomas ancestrales
Kichwa 591.448 hablantes
Shuar 61.910 hablantes
Achuar 13.456 hablantes
Cha’palaa 9.393 hablantes
Awapit 3.131 hablantes
Tsa’fiqui 2.838 hablantes
Waotededo 1.766 hablantes
A’ingae 1.077 hablantes
Shiwiar 942 hablantes
Zia pedee 509 hablantes
Paicoca 492 hablantes
Zápara 367 hablantes
Andoa 323 hablantes

FUENTE: CENSO DEL 2010