A través de esta columna se ha denunciado la depredación constante que ha sufrido durante más de tres décadas el cerro El Tablazo, ubicado en la cabecera cantonal de Santa Elena, por parte de explotadores artesanales e industriales.
En mi primer artículo titulado ‘Salvemos al cerro El Tablazo’, publicado el 17 de mayo del 2010, resalté su ubicación natural y estratégica para incentivar el turismo. Comenté la forma infame como saquearon grandes rocas destinadas a obras locales, pues nadie discute su importancia sino el daño ecológico irreparable generado. Destaqué la complicidad de ciertos alcaldes en esta situación y el inexistente ingreso económico a las arcas municipales, y la desidia de los miembros de las “Juntas Cívicas” y “Fuerzas Vivas”.
En ‘Novedades sobre el cerro El Tablazo’, publicado el 5 de julio del 2010, denuncié la presencia de invasores en la falda del cerro. Santa Elena parecía tierra de nadie. Comenté que el alcalde no aplicó lo que manda el art. 264 de la Constitución, sobre las competencias municipales. “Debe recapacitar o le pediremos la revocatoria del poder”, sentencié.
En ‘‘Envidiable’ obra municipal’, publicado el 1 de noviembre del 2010, insistí en que las explosiones por uso de dinamita en el cerro eran evidentes y perjudiciales para los vecinos, y resalté que sus autoridades (municipales y gubernamentales) permanecían sordas, ciegas y mudas al respecto.
En ‘El Tablazo y los alcaldes’, publicado el 31 de enero del 2011, relaté que en esa fecha el saqueo de rocas era incesante. Hice un recuento de la participación y responsabilidad de cada alcalde desde hace tres décadas. Recordé la existencia del proyecto de construir un mirador turístico en la cima del cerro, realizado por estudiantes de la Espol, en julio del 2009.
En ‘El Tablazo casi en ruinas’, publicado el 13 de junio, describí cuán maltratado estaba el cerro y la nula acción municipal. Invoqué la participación de los peninsulares para detener esa masacre. Los asambleístas locales brillaron por la ausencia.
En ‘Los santaelenenses reaccionaron’, publicado el 27 de junio, relaté que en el Club Fénix de Santa Elena hubo una asamblea popular para tratar el tema. El alcalde se comprometió a detener la explotación, pero lo hizo a medias. Dijo ignorar la existencia de un estudio realizado por la Espol, que determinaba otro sitio alternativo para explotar rocas.
El 11 de julio, Diario EL UNIVERSO publicó un magnífico reportaje de una página, titulado ‘Extracción de piedra afecta a El Tablazo, cerro de Santa Elena’, donde se relató pormenorizadamente lo que acontecía. Las gráficas fueron elocuentes y contundentes. Esto ocasionó la reacción inmediata de funcionarios de la Subsecretaría Regional de Minas del Litoral, adscrito al Ministerio de Recursos Naturales no Renovables, logrando frenar parcialmente la explotación.
El 18 de agosto del 2011, como parte del programa de festejos del Descubrimiento de la Península de Santa Elena, el alcalde firmó el contrato con la empresa Sernmec S.A. por 1’421.314 dólares por la construcción de un mirador turístico –localizado en las faldas del cerro– y que debía ser entregado en febrero del 2012. Sin dudas, se trataba de una gran obra, prioritaria para desarrollar el turismo interno de la provincia.
Pero dichos trabajos están inconclusos. ¿Cuáles son las causas? ¿Quién responde por esa anomalía? ¿Son serios los contratistas? ¿Acaso se acabaron las piedras del cerro? Que alguien responda… Los peninsulares exigimos una explicación lógica.