Bernard Fougeres en su artículo de EL UNIVERSO del 25 de octubre, titulado ‘¿Es el aborto una solución?’, habla supuestamente de problemas sociológicos, pero se concentra en supuestas “soluciones” moralistas a los problemas del “desamor” que correctamente identifica como la raíz de problemáticas sociales como el aborto.

Es realidad que en nuestras sociedades modernas hay una crisis de amor, no del amor de las mariposas en el estómago, pero de la capacidad de indignarse por las crecientes desigualdades e injusticias sociales. Mojigaterías sociales y moralismos de antaño son reacciones mal llevadas que hacen invisible la diversidad de múltiples formas de amar, que no puede ser simplemente privilegio de los que se pueden casar o amar a una mujer para siempre; así como tampoco es tan simple como que amar a alguien es desear tener un hijo de ella. Todavía hay muchas leyes que violentan nuestro derecho a amar(nos) sin necesidad de ser hombre que quiere y puede tener hijos con una mujer. La reflexión del señor Fougeres no solo mantiene esa perspectiva del problema, sino que su exposición salta –como diría la sabiduría popular– de coles a nabos, cuando a renglón seguido declara que “el aborto es un asesinato a sangre fría”. ¿Es asesino el aborto o el sistema que lo empuja a las sombras de la ilegalidad? Aconsejar a una madre adolescente sobre si el aborto es una “solución” o no tiene poco que ver sobre el problema sociológico de salud pública que es el aborto; peor aún con la posición feminista que no reivindica la capacidad de “abortar” solamente en términos de derechos humanos del buen vivir –nadie defiende al aborto en sí mismo–, sino simplemente a sobrevivir la violencia sexual sistemática que sigue sufriendo la gran mayoría de mujeres que debe confrontar semejante decisión y la hipocresía de un sistema corrupto. Fácil es culpar a las víctimas o victimizar a un feto (bebé), lo difícil es confrontar el sistema corrupto machista detrás de todas estas violencias. Las soluciones moralistas e individualistas terminan por hacer apología de todas las muertes que se ven envueltas en el fenómeno del aborto.

Ricardo Sánchez Cárdenas,
sociólogo Ph.D. Chicago, EE.UU.