Testimonio |
Una cifra del 2006 exponía la cantidad de información digital creada, capturada y replicada en todo el mundo, la cual alcanzaba los 161.000 millones de gigabytes (161 exabytes), y además afirmaba que esa cifra es igual a doce pilas de libros, cubriendo cada una de ellas la distancia entre la Tierra y el Sol, o el equivalente a tres millones de veces la información contenida en todos los libros escritos (Fuente EMC).
Por un lado, vemos un panorama en donde internet nos permite el acceso a la información y el conocimiento a niveles inimaginables; por otro, una internet que tiende a la abundancia de la información, a la ‘infotoxicación’, y en consecuencia a una necesidad imperante de curación de contenidos (investigación, selección, distribución de contenidos). Otra perspectiva importante es la cantidad de habilidades que tenemos que desarrollar, y las competencias digitales que debemos apropiar para navegar estos mares cibernéticos.
El concepto de la alfabetización digital está relacionada con la formación de destrezas prácticas en Tics (Tecnologías de la Información y Comunicación), habilidades para usar una computadora (software y hardware), desarrollo de competencias digitales, alfabetización informacional (gestión de información digital), manejo de herramientas digitales; y muchas de estas definiciones se complementan con frases como “participación activa”, “vida diaria” e “inclusión digital” en la Sociedad de la Información y el Conocimiento. En otras palabras, alfabetizar digitalmente significa facilitar oportunidades a otros de participar, aprender a gran escala, de empoderarse con herramientas digitales para proyectar sus ideas con el mundo.
Lo mejor de esta alfabetización digital es que la gestión de este conocimiento no termina con la transferencia del mismo, sino que proyecta una nueva historia… en un blog, en un espacio en el mundo digital, descubriendo nuevas voces, y en algunos casos, empoderando nuevos actores sociales.
Para mí, caminar por esta vía de la alfabetización digital implica ante todo compartir… pensar en red, generar espacios para la inteligencia colectiva y el trabajo colaborativo, para el consumo selectivo de información relevante y la gestión del conocimiento con las comunidades. Desde el 2006 vivo esta experiencia a través de mi blog (http://srtamartinez.blogspot.com/), mi cuenta de Twitter (@crism321) y otras redes sociales, del evento www.diadelblog.com, de mi trabajo en comunicación y estrategia digital, de mi experiencia como docente universitaria y ahora mismo como coordinadora en el país de la iniciativa de “Conectándonos Ecuador: por espacio digital más inclusivo” (http://www.conectandonos.net/ecuador/), de Rising Voices (http://rising.globalvoicesonline.org/), proyecto de la ONG holandesa Global Voices, que tiene como causa fomentar la participación ciudadana y el uso de medios sociales.
En lo que respecta al día del blog, ha sido una gran experiencia haber plasmado este evento, una iniciativa para la alfabetización digital en Hispanoamérica que año a año reúne a más de 10.000 participantes de diferentes puntos geográficos de la región, para aprender sobre internet y la web social, y fortalecer sus competencias digitales en diferentes disciplinas, pero lo más asombroso es la conexión a gran escala, el cómo estas herramientas pueden crear este tipo de proyectos que nos desarrollan integralmente.
Si algo he aprendido en este tiempo es que no son las herramientas en sí mismas las que nos empoderan, se trata de lo que podemos hacer con estas herramientas en nuestro entorno. Por ello, la alfabetización digital debe estar adaptada a las necesidades, oportunidades y beneficios que representan para un grupo de personas, solo así tienen mucho más sentido, cuando se adaptan a una realidad.
Todo está conectado
Más allá de pensar que la alfabetización digital es un tema en manos de expertos en ciencias de la información y computación, en realidad es un compromiso de todos quienes ya tenemos acceso a internet y Tics; todos podemos compartir nuestros conocimientos mínimos o especializados, principalmente con quienes están inmersos en esa brecha digital que hay entre tecnófilos y tecnófonos, entre conectados y desconectados, entre infopobres e inforricos. Entre quienes han tenido y no han tenido acceso a internet y las Tics.
Nuestros padres, hijos, hermanos, compañeros de trabajo son nuestra primera misión en lo que respecta a compartir este conocimiento. Todo está conectado, además de la importancia que tiene el acceso a internet y a las infraestructuras tecnológicas, es necesaria la educación y la guía especializada (padres, maestros, tutores) en estos espacios de inclusión digital. De nada sirve tener acceso, si no sabemos cómo sacarle provecho.