María Belén Salinas Castro
.- En los años noventa las mascotas virtuales o digitales le dieron a muchos niños, especialmente, la oportunidad de contar con un compañero animal, algunas veces como una mascota complementaria a la que tenían dentro del hogar, o como una alternativa cuando no podían tener una en casa.

Los movimientos, gestos y alertas que este amigo digital emitía direccionaban a la persona a acariciarla, alimentarla o entrenarla según los requerimientos del momento.

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La mascota virtual persiste en diferentes plataformas. Comenzó como una sencilla animación en la pantalla de una carcasa con botones que guiaban sus movimientos y acciones, pero luego se crearon sitios webs sobre esta temática, así como alternativas para consolas de videojuegos o aplicaciones para smartphones y redes sociales.

Existen opiniones encontradas con respecto a si es o no ventajoso el uso de estos compañeros digitales. El veterinario Pablo Triviño expresa que es mucho mejor tener a un amigo de carne y hueso. "Las mascotas virtuales no van a presentar sentimientos ni afecto. Lo veo como una camiseta nueva que uno se compra todos los días", expresa.

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A criterio de Fabiola Jiménez, veterinaria y experta en comportamiento animal, esta herramienta puede coadyuvar a que una persona aprenda a vivir, de cierta forma, el respeto hacia la vida animal.

"(La mascota virtual) sí ayuda. Al ser un animal virtual tienes que darle de comer, tiene horario de paseo, de cariño y de a poco va guiando (a quienes la poseen) a tener más cuidado en una mascota real". Jiménez indica que es positiva si se la ve como una inducción de cuidado, pero siempre bajo la supervisión de los padres. Hay que monitorear qué es lo que hace el niño con esa mascota. Agrega que si el pequeño maltrata al animal digital, es muy probable que lo haga con el de carne y hueso. Además, es un indicio de que puede llegar a ser en el futuro un adulto agresivo, acota.

Páginas web como virtualpets.galeon.com o neopets.com ofrecen a los internautas la posibilidad de personalizar una mascota de acuerdo a sus gustos e intereses.

La posibilidad de ver plasmada en la realidad virtual al ideal de mascota real también se traslada a las redes sociales. En Facebook, por ejemplo, las aplicaciones Happy Pets o Happy Aquarium, tienen una serie de recursos para manejar la vida del compañero digital, además que ofrece la oportunidad de relacionarse con otras personas alrededor del mundo que cuentan con otras mascotas virtuales. La socialización marca la diferencia ante las primeras 'especies' electrónicas, con las que los usuarios tenían una relación bidireccional. Para los que gusten de los videojuegos los hay en diferentes plataformas; existen opciones como Eyepet para PlayStation 3 o Nintendogs + Cats para Nintendo 3DS.

La psicóloga Marián Mera coincide con Jiménez en que depende mucho de los padres en cómo guíen a sus hijos en el uso de las mascotas virtuales. Añade que en la actualidad las familias están optando por tener un solo hijo y por ende, el niño no tiene muchas personas con quienes relacionarse dentro de casa, especialmente. "Este juguetito está sustituyendo a una persona que estaría con ellos para jugar", dice Mera.

Hacerles diferenciar a los pequeños entre la fantasía y la realidad, comenta la especialista, es clave. En el caso de adolescentes y adultos que optan por esta alternativa de ocio, es diferente, porque ellos ya tienen un criterio más formado para manejar a estos amigos digitales.

Se puede vivir un momento ameno con una mascota virtual, pero la relación directa, el afecto, el respeto y el esfuerzo de mantener a un animal de carne y hueso es distinto. Evalúe ambas posibilidades.