El bar Madera y Piedra en plena subida empedrada de Las Peñas tuvo el acierto de presentar a Richie Swan, guayaquileño-norteamericano, haciendo un tributo a Frank Sinatra y amigos como Nat King Cole, Tony Bennett y Dean Martin.

Es decir, la crema y nata de los crooners, a excepción de Nat King Cole y su particularísima tonalidad. El decano y paradigma del crooner fue Bing Crosby y, en efecto, Frank Sinatra al iniciar su carrera imitaba su canto. Pronto encontró un estilo propio, a veces no tan suave. El resto es historia. El crooner es un barítono en registro con una vocalización muy pasiva y suave. Sinatra también subía registros a veces y fue además un belter, que soltaba la voz como en la emblemática New York, New York, canción con la cual Swan empezó el programa.

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Y así, un público sorpresivamente ejemplar, bien comportado, atento a la música disfrutó de un entertainer al estilo de los homenajeados que no solamente cantaban sino que entretenían al público con chistes y comentarios de diversa índole.

Cantando básicamente en registros bajos, bien logrado con comodidad y un hermoso timbre de voz, Richie Swan dejó establecido con New York, New York una vocalización variada, entonación muy segura y capacidad para sostener.

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En registros más altos cantó Chicago, llegando a la inolvidable Unforgetable, combinando sus teclados y una pista para lograr una rendición hermosa de una gran canción inmortalizada en el dueto post mórtem de Nat King Cole y su hija Natalie Cole. Marco Polo Avilés, dueño de casa, y Eduardo Salvador, fotógrafo, baterista y gestor cultural de espectáculos musicales, observaban complacidos como varias generaciones y más de una nacionalidad habían ocupado las mesas del bar en su totalidad.

Una de las mejores intervenciones de Richie se dio al cantar I left my heart in San Francisco mostrando gran habilidad para cantar y muy bien en registros bajos. Debería desarrollar esta canción en forma más extensa, sin embargo, su programa de 25 canciones se lo impide.

En I've got the world on a string, emblemática de Frank Sinatra, apropiada para soltarse como un belter, estuvo magistralmente manejada en registros bajos jugando con distintos tiempos y vocalizaciones, mientras hacía teclados.

Al finalizar, pegando excelentes tonos en registros altos, Richie nos confirmó que puede ampliar su comfort zone musical. All the way otra gran canción inmortal de Sinatra sonó muy bien en la voz de Swan y Everybody loves somebody le dio la oportunidad de payasear imitando el estilo dipsómano clásico de Dean Martin.

Georgia, una maravilla de Ray Charles, fue una revelación artística de Swan quien, cantando en registros altos, y tonalidad negra estuvo sensacional mucho más allá de cualquier crooner. Claro está, es más difícil y riesgoso, pero Richie tiene las condiciones vocales y en teclados. My way fue ampliamente coreado por uno de los públicos más detalladamante conocedores que este cronista haya visto en Guayaquil.

El nivel musical estrictamente en ascenso nos dio Strangers in the night con Richie payaseando en registros altos y soltando la voz en Don’t get around much any more.

Una hermosa versión de Fly me to the moon y trepando apenas en registros de voz para The lady is a tramp, ofreció un scat-singing bueno pero fugaz. Richie impuso mucho ritmo y soul hacia el final en Mack the knife, I’ ve got you ander my skin y Route 66 primero como un swing full tempo y luego teclados repletos de soul. That's life la más representativa de Sinatra fue como para mostrarla en Las Vegas, sin ningún problema.