En el portal de una vivienda de adobe, madera y teja, en medio de una llovizna, Blanca Robertina Morocho teje un sombrero de paja toquilla que luego venderá a $ 5 para contribuir a la precaria economía de su incompleta familia. Es la madre de Leonel Jerónimo y Blanca Robertina Morocho, dos de los quince ecuatorianos que fallecieron hace diez años en el atentado a las Torres Gemelas en Nueva York, Estados Unidos.

Según cifras del Departamento de Salud de Nueva York (a enero del 2002), 247 latinos murieron como consecuencia del atentado terrorista de Al Qaeda contra el World Trade Center (WTC), que representa el 9% del total de las víctimas mortales.

Dentro de ese porcentaje se cuentan los 15 ecuatorianos que, según breves perfiles publicados por la cadena de noticias CNN, ocupaban cargos como: mesero de la cafetería Windows on the World, limpiador de ventanas en ABM Industries del WTC, administrador de Top of the World Cafe y contador de la firma Marsh & McLennan Cos.

Publicidad

En esta lista se encuentra Blanca Morocho, que entonces tenía 26 años y trabajaba en servicios de limpieza, y su hermano Leonel, de 36, que era mesero.

En Sígsig, Azuay, al invitar a su madre, de 70 años, a rememorar el 11 de septiembre del 2001, ella interrumpe el tejido del sombrero para rebuscar en una vieja habitación las fotos de sus hijos. Al encontrarlas, la nostalgia la lleva a cubrirse el rostro con un desgastado chal azul, intentando ocultar sus lágrimas, mientras confiesa que todos los días, sobre todo en estas fechas, recuerda la muerte de ellos.

“Mis hijos eran los que me ayudaban, los que veían por mí. Dos años después de que los de Estados Unidos murieron, falleció otra de mis hijas, y el año anterior (2010) una más. Me estoy quedando sola”, comenta mientras fija su mirada en algún lugar de la gruesa pared del cuarto.

Publicidad

Entre pausas sollozantes continúa su relato: “Sé que a otros les ayudaron, pero a mí no. A veces tengo ganas de presentarme de nuevo (en la Embajada de Estados Unidos) para ver si me dan la visa y visitar a mis nietos y a mi otro hijo que vive en Nueva York, pero no sé qué hacer”.

Su nieto Luis Felipe Sánchez Morocho, de 23 años, relata que desde la muerte de sus tíos, su abuela perdió gran parte de sus ganas de vivir. “Para una madre es muy difícil que se le mueran los hijos… Imagínese, a ella se le murieron cuatro de seis. Ella está muy mal, muy triste”, dice.

Publicidad

El no poder viajar a Estados Unidos es una realidad compartida con la familia Idrovo González, del cantón Biblián (Cañar). Narcisa Idrovo, tía de una de las víctimas del 11-S, Henry Homero Fernández Idrovo, comenta que a la madre del joven de 23 años (Cecilia Idrovo) le otorgaron una visa humanitaria. Con ese documento pudo viajar a Estados Unidos a visitar a su sobrino, que compartió los últimos años con Henry, pero que su visa no fue renovada.

“Ella iba y venía, y cuando pasaron los cinco años fue para que le renueven la visa y el cónsul le había dicho que no conoce de ningún accidente de las Torres Gemelas y le negó. Ella ahora ya no tiene muchas ganas de viajar”, relata Narcisa.

Mientras, en Cuenca (Azuay), Mariana y Ana Chimbo Arévalo, hermanas de Luis Alfonso Chimbo Arévalo, que laboraba en el piso 106 de las Torres, como auxiliar de recepción del Windows on the World, dicen que prefieren no recordar detalles de aquel 11 de septiembre. Las mujeres comentan que mantienen alejada de la prensa a su madre, Carmen Arévalo, pues a ella le resulta duro recordar, más aún desde la muerte de su esposo ocurrida hace dos años.

Hermetismo. Eso fue lo que sucedió a gran escala después de la tragedia del 11-S. En Estados Unidos se implementaron extremas medidas de seguridad aérea y un generalizado ambiente de miedo que incluso ha llevado a considerar motivo de arresto el que alguien pronuncie la palabra “bomba” dentro de un aeropuerto de ese país.

Publicidad

Víctimas colaterales. En eso se convirtieron las miles de personas que participaron en las labores de limpieza de basura, escombros e incluso de cuerpos humanos, en la denominada Zona Cero. Quienes participaron en estas labores, como se confirmó después, estuvieron expuestas a polvos tóxicos que desencadenaron en enfermedades respiratorias, pulmonares y estrés postraumático.

Martha Zambrano, directora ejecutiva de Ecuadorian International Center, organización de apoyo a los inmigrantes, ubicada en Nueva York, explica que los recursos económicos recibidos de parte de la Corporación HHC (agencia de asistencia sanitaria) se canalizaron para difundir entre los inmigrantes afectados por el 11-S información de sus derechos. Ella cuestiona, indignada, que “cuando estas personas fueron a trabajar en la limpieza de los escombros y ayudaron, fueron los héroes de ese día, y sin embargo ahora son los indocumentados que no tienen derecho a nada”.

Por ejemplo, Martha Freire es una ecuatoriana a quien le diagnosticaron cáncer en las glándulas tiroides. De acuerdo con Zambrano, cuando Freire se sometió a una operación no habían muy buenas expectativas de que sobreviva, por lo cual solicitaron una visa humanitaria para que una de sus hijas viaje desde Ecuador hacia Estados Unidos, pero su pedido aún no obtiene respuestas.

La activista añade que hay dos casos de ecuatorianos (María Ortiz y Bolívar Reinoso Zambrano), a quienes aún se está buscando para que reciban su compensación económica, pero que no ha sido posible encontrarlos. La directora de Ecuadorian International Center asegura haber recurrido al Consulado de Ecuador en Nueva York y a la prensa, en busca de información, pero que nadie le ha informado sobre estas personas.

Este Diario buscó información sobre los ecuatorianos fallecidos a consecuencia de los atentados del 11-S en el Consulado de Ecuador en Nueva York y en la Cancillería, pero ambas instituciones dijeron no contar con dichos datos. Mientras Pablo Calle, delegado de la Secretaría Nacional del Migrante (Senami) en Nueva York, justificó la falta de información refiriendo que esta entidad no existía cuando se produjeron los ataques terroristas del 11-S.

Sin embargo, lo que sí registra la Senami, según Calle, es que a mediados del 2009 la entidad recibió cuatros casos de ecuatorianos afectados en su salud durante la limpieza de la Zona Cero, tres de los cuales habían recibido dinero proveniente del Fondo Federal de los Estados Unidos. “Estas personas ya habían recibido algunos pagos, pero por problemas de presupuesto se los habían interrumpido, entonces querían orientación sobre cómo hacer que se los restituyan”, recuerda el funcionario, que además asegura desconocer la cantidad de recursos asignados a estos ecuatorianos, aduciendo que los fondos provinieron de varias fuentes.

Aunque de las familias consultadas por este Diario, la primera aseguró no haber recibido ningún aporte económico; mientras las otras dos no quisieron pronunciarse al respecto.

Pero así como se recuerda la muerte y las enfermedades, este 11 de septiembre también se recuerda la vida. Álex Ormaza, periodista ecuatoriano, rememora que aquel día (11-S), él regresaba a Washington desde Francia. “Mi vuelo llegaba a las 09:00. El avión de American Airlines en el que venía fue el último al que permitieron aterrizar en el aeropuerto. Mi esposa, que estaba en casa, pensaba que yo podría estar en uno de los aviones que fueron secuestrados. Cuando salí del avión vi una gran columna de humo, pero no sabía que era del Pentágono”, relata el ahora editor del sitio web www.agorarevista.com, una publicación del comando norte de Estados Unidos.

“En aquella época era editor de un periódico llamado Washington Hispanic Newspaper y, como no podía ir a mi oficina, empecé a caminar hacia el Pentágono, un trayecto de alrededor de 12 kilómetros. Allá ya estaba un fotógrafo de mi periódico y empezamos a trabajar. Se veía a la gente que salía casi corriendo de la zona más cercana al Pentágono y se sentaban en los parques y en las calles de los alrededores”, recuerda Ormaza, entre los sentimientos encontrados que le produce el haber estado tan cerca del peligro.

Registros
Fallecidos el 11-S
Henry Romero F. (Biblián)
Manuel Asitimbay (Cañar)
Moisés Rivas (Azogues)
Telmo Alvear (Paute)
Luis Chimbo A. (Cuenca)
Blanca Morocho (Sígsig)
Leonel Morocho (Sígsig)
Fabián Soto (Macará)
Giann Franco (Ambato)
Jesús Cabezas (Riobamba)
Hugo Sañay (Alausí)
Xavier Suárez (Guayaquil)
Kléver Molina V. (Guayaquil)
Luis Jiménez (Guayaquil)
José Cardona (Manta)