La técnica de oxigenación forzada mediante la instalación de plantas es uno de los procedimientos que aplica el Ministerio de Medio Ambiente, para contrarrestar la contaminación del estero Salado.

Hasta ahora se han instalado dos de estas plantas situadas en puntos del estero, ubicado en el norte de la ciudad. Cada una de estas instalaciones se hizo a un costo de medio millón de dólares, por lo que la inversión total de lo que es uno de los componentes del proyecto denominado Guayaquil Ecológico alcanza al momento un millón de dólares.

Pedro Caicedo, gerente de este plan estatal, menciona que parte de los problemas ambientales del estero se generan por la falta de oxígeno disuelto en sus aguas, lo que provoca los malos olores.

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Este funcionario agrega: “La información que hemos recibido del Municipio es básica y no está actualizada”, a lo que Camilo Ruiz , director de Medio Ambiente del Cabildo, responde: “Hay una gran diferencia entre planes y acciones”, con respecto a lo que hace el Gobierno.

Pero Nancy Hilgert, directora de Ciencias Ambientales de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), recalca que estas acciones sirven de poco si no se controlan las descargas que van directo al estero, sin pasar por las piscinas de oxidación. “Es importante dejar el tema político a un lado y tratar de resolver esto de forma técnica. Se han invertido millones de dólares en estudios, hemos perdido más de diez años desde que Lamehyer-Cimentaciones hizo su análisis”, refiere Hilgert.

Esta catedrática universitaria agrega que tanto el Texto Unificado de la Legislación Ambiental Secundaria del Ecuador y las ordenanzas municipales al respecto requieren reformarse, ya que permiten descargar altos volúmenes de aguas residuales que cumplen los parámetros establecidos.

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“Si a usted le dicen que puede botar el café con un máximo de hasta 10% de leche, pero si usted agarra y a diario descarga sus aguas con ese porcentaje que es lo permitido, se ocasiona más daño que aquella persona que solo botó una vez al año el 20% de leche en el café. La ley castiga a ese sinvergüenza que botó con 20% y le pone una multa altísima, pero aquel que bota ese 10% de leche todos los santos días del año no lo castiga porque está cumpliendo con lo mínimo de la ley”, menciona Hilgert.

Ella agrega que tanto el Ministerio del Ambiente como el Municipio de Guayaquil deben trabajar en una norma en la que se determine el volumen máximo de descarga que pueden evacuar las fábricas.