Aunque para muchos compatriotas la celebración de esta fecha les resulte desconocida, es oportuno recordar que en épocas pasadas la festividad de la Candelaria en Guayaquil tuvo masiva acogida por su alta dosis de religiosidad popular que incluía mucha pomposidad y curiosas expresiones folclóricas, bastante similares con las de otros sectores del país y naciones hermanas como Colombia, Venezuela y Cuba.

En el popular almanaque Bristol la celebración de hoy se la llama Purificación de Nuestra Señora de la Candelaria, y en otros calendarios con santoral católico aparece únicamente como la Presentación del Señor. Si bien en nuestra ciudad y algunos pueblos del Litoral la celebración ha decaído, en los cantones carchenses Mira y Huaca sigue vigente con la denominación de Virgen de la Purificación o La Purita.

Historiadores y tradicionistas señalan que la costumbre vino de Europa con los conquistadores y desde la época colonial los padres agustinos mantuvieron el culto a la Virgen de la Candelaria. En las iglesias Matriz (Catedral) y de San Agustín –emplazada antiguamente donde ahora está la Biblioteca Municipal, se desarrollaban ceremonias esplendorosas.

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Fue costumbre de la celebración el reparto de velas entre los miembros del Cabildo con sus cónyuges y personajes prominentes de la ciudad. La vela o un trozo de ella era disputada, porque las guardaban para encenderlas en la muerte de familiares o librar de cualquier peligro el hogar ante las amenazadoras tempestades que arreciaban antaño en época de lluvias.

En la actualidad en muy pocos templos los sacerdotes se refieren a la fiesta de la Candelaria ni tampoco se escuchan las coplas y canciones que se componían para esa esperada ocasión. Apenas unos pocos mantienen la tradición de bendecir velas y objetos religiosos, que los fieles llevan muy contentos a sus hogares para guardarlos ante cualquier necesidad y porque así se lo inculcaron los mayores de la familia.