AP
DALLAS, EE.UU..- Era casi la medianoche en un atestado tribunal ambulante y una prostituta se disculpaba ante un juez por haberse quedado dormida durante la vista.

Explicó que no había dormido en tres días y que estaba sintiendo el bajón que viene luego de consumir crack, por lo que no se sentía en condiciones de tomar una decisión. La mujer debía optar entre dos salidas que sólo en Dallas se ofrece a las prostitutas: van a la cárcel o se someten a un tratamiento de rehabilitación.

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La municipalidad ha adoptado un nuevo enfoque hacia la prostitución y la policía trata a las prostitutas como víctimas de delitos sexuales, dándoles la oportunidad de enderezar sus vidas y de dejar la calle.

Los promotores del programa admiten que no han logrado grandes resultados: aproximadamente la mitad de las mujeres optaron por ir a rehabilitación y apenas 21 enderezaron sus vidas.

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Pero las autoridades dicen que se están ganando la confianza de las mujeres y recibiendo buenos datos, que les permiten resolver otros delitos.

De hecho, el programa podría expandirse. Más de 200 funcionarios policiales de Estados Unidos y Canadá asistieron en noviembre a una conferencia del proyecto National Prostitution Diversion. Posteriormente, grupos de Edmonton, Atlanta y Fort Worth pidieron más información sobre el programa.

Creo que se puede decir que somos pioneros, expresó Renee Breazeale, directora de Homeward Bound, un centro de desintoxicación y asesoría sin fines de lucro de Dallas. Es el único programa de este tipo manejado por la policía y representa un verdadero cambio en la cultura de esta fuerza.

El programa incluye redadas mensuales de prostitutas en un sector que según las autoridades sanitarias es el epicentro nacional de la sífilis. Las autoridades han identificado a más de 1.300 prostitutas que trabajan en cuatro paradas de camiones por las que pasan unos 2.000 camiones diarios.

Los camioneros les permitían usar (a las prostitutas) sus redes de radios para promover sus servicios y la venta de drogas. En cuanto aparecía un patrullero en una parada, todos los camioneros a lo largo de la interestatal I-20 sabían cuántos agentes había y en dónde estaban, expresó el sargento Louis Felini.

El arresto de las prostitutas no conseguía nada. Para muchas, pasar una noche en la cárcel es parte del trabajo y a las 48 horas estaban de vuelta en las paradas, según Felini.

Decidido a intentar algo nuevo, empezó a trabajar con cinco de las prostitutas que estaban en peor estado en Homeward Bound. Todas terminaron dejando la prostitución. Esto le dio una idea a Felini.

Si logramos esto con algunos de los peores casos, tal vez podamos ensayar algo a una escala más grande, comentó.

Así nació la Prostitution Diversion Initiative. La policía se instala en un lote vacío cerca de una parada de camiones, con cuatro salones rodantes. Colocan decenas de sillas plegables y llevan trabajadores sociales. La operación comienza generalmente a las siete de la tarde y dura hasta las tres de la mañana.

La policía confisca los bienes de las prostitutas y las entrevista, para saber si hay proxenetas que explotan a menores en los moteles de la zona. A las mujeres se les hacen exámenes médicos, incluidos análisis de sangre, en una clínica ambulante.

Finalmente se presentan ante un tribunal ambulante. Si las mujeres no tienen pendientes órdenes de arresto y parecen sinceras, el juez les da la oportunidad de optar por tratamientos de rehabilitación en lugar de la cárcel. Luego de una internación de 45 días, durante los cuales reciben terapia, son dadas de alta y se las ayuda a conseguir vivienda, estudiar y atender a sus hijos.

Si bien el programa no ha dado grandes resultados por ahora, se considera que la relación de confianza que se establece con las prostitutas puede tener gran valor a largo plazo, según Felini. La policía ya consiguió pistas importantes en relación con dos asesinatos que no habían sido resueltos y está ganándose la confianza de las mujeres.

Dentro de un año, una de ellas podría decirnos sigan de cerca a esta persona, manifestó el policía.

Hay prostitutas de todas las edades: desde adolescentes hasta sesentonas. Más de la mitad tienen hijos. Casi todas consumen drogas.

Las prostitutas de las paradas de camiones son lo último de lo último, dijo Felini. Ofrecen sus servicios para satisfacer necesidades básicas: comida, un sitio donde dormir.

Karen Green, de 47 años, defiende a las prostitutas. Ella fue una hasta que enderezó su vida hace 13 años, ayudada por el programa de una prisión.

La gente piensa que son delincuentes, pero son víctimas, afirmó. Nunca se les dio una oportunidad. No saben lo que es una vida decente.