“Hagamos que la infancia, niñez, adolescencia y juventud, presentes en nuestras instituciones educativas, conozcan la ternura, la aprecien y la vivan como valor humano”. Esta es la propuesta, amigas y amigos, que la extiendo a madres y padres de familia, por estas razones:

- La niñez y la juventud, para los buenos maestros, siempre serán terreno abonado para sembrar valores y principios. Los adultos vivimos un mundo interesante y mal o bien hemos aprendido a vivir con él; no así nuestros estudiantes, ellos no saben lo que nosotros conocemos, ellos no vivieron lo que nosotros vivimos. La violencia se ha adueñado de nuestras calles y la inseguridad campea. La vida ha perdido todo su valor, igual se mata a un mosco, a un perro callejero que a un niño, joven o anciano.

- Frente a esta penosa realidad vale la pena no escatimar esfuerzos para despertar y orientar la sensibilidad de nuestros estudiantes creando y describiendo situaciones relacionadas con la ternura, que ayuden a redescubrir un sentimiento adormecido. Algunos ejemplos: la belleza y fragilidad de una flor; el nacimiento de un polluelo; los peces del río; un niño que nace, su vida hasta los dos o tres años; los colores de un atardecer; el viento que sopla sobre el rostro; la lluvia; el desvelo de una madre; la enfermedad de un ser querido; un accidente en el patio, la rotura de una mano o de un pie; el saludo, un estrechón de manos; un abrazo, un beso; una palabra de estímulo; la risa y la sonrisa como dones del ser humano.

- El ser insensible deja de ser humano y la sensibilidad se pierde con mucha facilidad. Las circunstancias que rodean al niño o al joven son las que construyen o destruyen la capacidad de sentir y de apreciar detalles que configuran la ternura. Para entender el ámbito de la ternura vale recurrir a otros términos que siendo similares cada uno aporta elementos preciosos para una comprensión global: amabilidad, consideración, delicadeza, dulzura, terneza, cariño, afabilidad, afecto, afición, amor, apego, cordialidad, devoción, finura, misericordia, sentimiento, sensibilidad, suavidad.

- Una guitarra permanecerá muda si no tiene cuerdas o si nadie sabe cómo pulsarlas para extraer de ellas sonidos maravillosos. Los humanos tenemos mucho en común con una guitarra: nuestras cuerdas, los sentimientos, deben ser formados y bien cuidados; además debemos saber cómo expresar nuestros sentimientos.

- Si nuestros alumnos crecen con respeto a la vida; con su sensibilidad abierta a la delicadeza, al respeto a lo sencillo y tierno; si obtenemos comportamientos ponderados, corteses, delicados, considerados; si nuestros alumnos dejan de ser toscos, irrespetuosos, groseros, altaneros o insensibles, creo que habremos contribuido a la formación de verdaderos seres humanos. Toda institución educativa está obligada a velar porque sus maestros y colaboradores sean personas sensibles y delicadas que puedan educar con su ejemplo tanto a la niñez como a la juventud.

La presencia en Ecuador de las reliquias de San Juan Bosco testimonian su amabilidad y ternura; su franca y generosa sonrisa; su amor profundo a la niñez y juventud.