El presidente de la República, Rafael Correa Delgado, ha dicho:

[En presencia de Carlos Jijón y Emilio Palacio] … Ándate a la casa de la v. (19 de mayo del 2007).

Si no fuera Presidente le hubiera respondido [a Emilio Palacio] hace rato de otra forma, agradezca que soy presidente. (19 de mayo del 2007).

Emilio Palacio… comparte el color de sangre con los tiburones, es decir, negra. (4 de agosto del 2007).

Este pobre enfermo. Emilio Palacio… creo que es un desorden hormonal del pobre hombre… este hombrecito… pequeñito de cuerpo, alma y espíritu, y mente… Este pobre enano… (12 de julio del 2008).

Emilio Palacio ni a bestia salvaje llega, a lo sumo a bichito fastidioso. (10 de enero del 2009).

Demándalo, demándalo [a Emilio Palacio]… No va a responder como hombre, te da por la cintura... Sería un microbicidio... Este señor… me tendrá que responder algún día… Que venga a decírmelo hombre a hombre a ver si se atreve. (29 de marzo del 2009).

Todos a demandar a aquellos sicarios de tinta. [Menciona como ejemplo a Emilio Palacio]. (15 de abril del 2010).

Sicario: Asesino asalariado. (Diccionario de la RAE).

Matón: Pendenciero. (Diccionario de la RAE).

Aclaración: Si no he acudido a responderle al Presidente “hombre a hombre”, es porque el batallón de guardaespaldas que lo resguarda durante sus enlaces de insultos sabatinos no me permite ni siquiera acercarme.

Aprovecho este medio, entonces, para solicitarle al Primer Mandatario que fije día, hora y lugar donde pueda “responderme hombre a hombre”.

Agradeceré, eso sí, que alguien aclare qué quiere decir aquello de “hombre a hombre”. Según personas que conocen los ambientes sórdidos, podría entenderse que el Presidente quiere propinarme una soberana paliza con los puños, ya que Rafael Correa es esbelto y Emilio Palacio un enano.

Extraña interpretación, digo yo, ya que lo que hace a los hombres (y a las mujeres) es el cerebro, no los puños.

Pero no importa; si eso fue lo que quiso proponer el Presidente, concurriré para que se saque la pica de la fuerza bruta, pero solo si él acepta primero un debate ideológico por el mismo lapso de tiempo, en el que yo me saque la pica intelectual. Por ejemplo, 20 minutos de debate en los que yo le diga las verdades y 20 minutos en los que él me caiga a puñetazo limpio.

Solicitaría además que los canales de televisión públicos y privados transmitan ambos duelos, el del cerebro y el de los puños, para todo el país.