EFE
WASHINGTON.- Las nuevas tecnologías han disparado el consumo habitual de pornografía, sobre todo en Internet, según un estudio que advierte del impacto negativo en las relaciones, la productividad y la felicidad de estos consumidores.

Estos son algunos de los costes sociales que han detectado un grupo multidisciplinar de expertos en el estudio "The social cost of pornography: A statement of findings and recommendations", publicado por el Witherspoon Institute.

"Desde que comenzó la era de Internet, se ha consumido pornografía más que nunca en la historia, y su contenido se ha vuelto cada vez más gráfico", señaló en rueda de prensa Mary Eberstadt, investigadora del centro Hoover Institution que participó en el estudio.

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Este material tan explícito "en el que cada vez interviene más violencia, fetichismo extremo y otras prácticas sexuales que llevan a la degradación mutua" hace tergiversar la realidad y provoca disfunciones en la pareja.

"Los que ven porno creen que su vida sexual va a ser mejor, pero tienen eyaculación precoz, tienen más disfunciones y problemas para relacionarse", señaló Mary Anne Layden, coautora y directora del programa de traumas sexuales y psicopatología de la Universidad de Pensilvania.

Según Layden, la exposición masiva a contenidos pornográficos lleva a cambios en creencias y actitudes sociales; por ejemplo, se incrementa la insensibilidad hacia las mujeres, se reduce el apoyo al movimiento como el de la liberación de la mujer y se pierde la noción de que estos contenidos deben ser restringidos para menores.

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Varios estudios, como "Romantic Partners Use of Pornography; Its significance for Women" del doctor AJ Bridges y otros autores, señalan que la mujer que sabe que su marido consume porno se siente traicionada, enfadada y no confía en su pareja.

Los costes psicológicos a los que hacen referencia los autores en situaciones como esta pueden desencadenar otras consecuencias en la pareja, como el divorcio.

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Según datos de la Sociedad Estadounidense de Abogados Matrimoniales, que incluye a 1.600 abogados de todo el país, en el 56% de los 350 casos que atendieron en 2003, una de las partes reconoció tener un interés obsesivo en webs pornográficas.

El consumo continuado de estos contendidos frecuentemente acaba en alguna patología, señaló Layden, que comentó que por primera vez el DSM5, que es el manual utilizado para hacer diagnósticos psiquiátricos, va a incluir como enfermedades las adicciones al sexo, la pornografía y el cibersexo.

Los expertos consideran que el consumo de pornografía no es visto como un problema grave en la sociedad, por eso reclaman atención sobre el asunto y piden más protección, sobre todo para los más vulnerables: los niños y adolescentes.

"No sirve con un software para bloquear estas páginas en Internet. Los niños tienen a su alcance otras webs donde pueden encontrar el código para desbloquear el filtro", indicó Layden, quien solicitó a la industria del entretenimiento que "deje de hacer dinero hiriendo a los niños".

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"La presencia de la pornografía en la vida de muchos niños y niñas adolescentes es mucho más significativa de lo que la mayoría de los adultos creen", apuntó y lamentó cómo la pornografía "deforma el desarrollo sexual saludable de estos jóvenes".

Eberstadt abogó por "cambiar lo que socialmente no está visto como algo malo" y planteó una aproximación al tema como algo que afecta a la sociedad en su conjunto, así como un movimiento contra la pornografía.