De todo el proceso lo mejor fue enterarse de que no tenía cáncer como lo creyó por algo más de seis meses. Para Leonel Jaramillo, de 57 años, la pérdida parcial del sentido del gusto y el olfato y la falta de sensibilidad en la piel del cuello ya son efectos colaterales con los que ha aprendido a vivir, después de pasar por catorce sesiones innecesarias de radioterapia.