Es fácil encontrar declaraciones del presidente Correa durante el 2009 favorables a la constitución de un fideicomiso que garantizara la gestión de los fondos recibidos a cambio de la conservación del Yasuní ITT. Él conocía lo que se estaba negociando con el PNUD en los meses anteriores a enero del 2010. Él designó a una comisión de alto nivel, él estaba informado. La indignación fingida que ahora exhibe en sus sesiones radiales sabatinas, el rechazo al colonialismo y la caridad, los insultos al PNUD, son episodios en una pauta ya conocida para evitar los avances de la iniciativa Yasuní ITT.

Así, en junio del 2007, al mismo tiempo que se veía llevado a apoyar la iniciativa, desmembraba el Ministerio de Energía y el equipo que la gestionaba. Alberto Acosta, que había empujado el tema, era desplazado a candidato a la Asamblea Constituyente. Eso era un honor, pero el efecto colateral fue que la iniciativa Yasuní ITT se quedó en la calle, hasta que fue recogida por María Fernanda Espinosa como canciller en julio y agosto del 2007 con apoyo del Vicepresidente. En la segunda mitad del 2007, la iniciativa avanzó de nuevo. El propio presidente Correa la defendió con brío en Naciones Unidas en Nueva York en septiembre del 2007, pero ya en la COP de cambio climático en Bali, en diciembre, María Fernanda Espinosa, quien conoce el tema del Yasuní ITT, no era ya más canciller y Ecuador estuvo representado a bajo nivel. El Yasuní ITT no fue un tema estrella.

En el 2008 se aprobó la Constitución, en la que se consiguió una protección adicional para áreas como el Yasuní ITT, y a fines de año el economista ecológico Fander Falconí, miembro del Buró Político de Alianza PAIS, fue nombrado canciller. Ahí se encontró la iniciativa Yasuní ITT medio moribunda. Falconí la resucitó. A principios del 2009, el presidente Correa estaba por la “doble puja” inmediata, azuzado por los intereses petroleros y las necesidades del presupuesto nacional (hagamos una subasta a ver quién da más, los ecologistas o los petroleros), pero se lo convenció  para alargar los plazos. Se formó una comisión de alto nivel, con personas que podían representar a Ecuador en una negociación internacional tan novedosa y que trabajaron con competencia y entusiasmo para establecer un fideicomiso que garantice a los aportantes exteriores que el petróleo se quedará en tierra, y para conseguir aportaciones, lo que era factible tras la resolución muy favorable del Bundestag de junio del 2008 (que el presidente Correa no celebró en absoluto).

Todo había ido bien hasta diciembre del 2009 y enero del 2010, el Yasuní ITT iba a ser tema estrella en la COP de cambio climático en Copenhague. Pero el presidente Correa otra vez ha frenado los avances, esta vez de una manera tan brutal que hasta puede resultar contraproducente para los intereses petroleros. El debate dentro de Ecuador se ha intensificado, hay llamados a un referéndum o consulta. La popularidad del Presidente, que ya viene bajando, habrá caído algo más a causa de esos exabruptos.

Tras las dimisiones del 11 y 12 de enero del 2010 de la comisión negociadora y del canciller Falconí (al ser directamente insultados por el presidente Correa en la radio el 9 de enero del 2010 al afirmar que habían negociado condiciones vergonzosas con el PNUD), llega el 21 de enero el momento del retroceso táctico. Una nueva comisión, encabezada por María Fernanda Espinosa (ahora como ministra de Patrimonio Natural y Cultural) y Freddy Ehlers, un muy conocido periodista y ex candidato a la Presidencia, tiene ahora la ingrata tarea de tratar de reanudar los acuerdos con el PNUD para establecer el fideicomiso y lograr compromisos de los aportantes. A ver cómo les explican al PNUD y a los aportantes lo que ha pasado.

Supongamos que fracasan. Eso es un éxito para los petroleros y para el presidente Correa, que puede decir: Vean ustedes, la plata no llega, esos ecologistas hablan mucho pero en la práctica no dan nada,  nos vendemos pues el petróleo del Yasuní ITT. Supongamos que, contra lo que es ahora probable, María Fernanda Espinosa y Freddy Ehlers tengan éxito. Entonces esperen a una arenga sabatina del presidente Correa desautorizándoles como cómplices del colonialismo y malos negociadores, o alguna otra fábula que no sé cual podría ser.

¿Quiere esto decir que el presidente Correa ha estado fingiendo todo el tiempo? No lo creo. En algunos momentos, la idea de dejar el petróleo en tierra en el Yasuní ITT,  y no confundir los valores de uso y los valores de cambio, es algo que le ha llegado al alma. Pero las presiones petroleras, los miles de millones en juego, la angustia por la pobreza y por cumplir con los programas sociales, su ignorancia y desprecio por los temas ambientales como economista de izquierda de antiguo estilo, su vanidad que le impide reconocer éxitos ajenos, lo llevan a optar por la venta del petróleo. Pero debe hacerlo, piensa él,  de manera que pueda echar la culpa a otros. Lo tiene difícil porque, como se dice en España, se le ve ya mucho el plumero al cabo de tres años.

* Catedrático de Economía e Historia Económica de la Universidad Autónoma de  Barcelona