Bueno, en realidad el aire no cuesta nada. Pero hay quienes con el pretexto de querer darnos “un aire más puro” lo encarecen de forma descarada.

Veamos: en Cuenca circulan aproximadamente unos 85 mil vehículos. Desde el año 2008 se declaró obligatoria la Revisión Técnica Vehicular como un paso previo para la matriculación de cada uno de esos 85 mil vehículos. De ellos, los particulares cancelarían –por la revisión– 20 dólares americanos, mientras que para los buses, camiones, camionetas y taxis el monto puede llegar hasta 35 dólares y la revisión es obligatoriamente dos veces al año.

¿Quién debería administrar esa enorme cantidad de dinero anual (más de 1’700.000 dólares)? Cuencaire, una corporación que emula a Corpaire, de Quito.

Para que se encargue de la cuestión técnica, es decir del montaje de seis líneas de revisión vehicular, se celebró un contrato de inversión privada desde el año 2007, y para quince años, entre Cuencaire y la empresa colombiana Danton S.A. La repartición de lo que se recaudaría: 18% para Cuencaire y 82 por ciento restante para Danton S.A.

A la empresa colombiana se le ofreció que al menos en el primer año de operación revisaría –y cobraría– a unos 47 mil automotores, incluidas 9 mil motocicletas. Para el año 2010 la cifra superaría las 50 mil unidades.

Pero las cuentas fallaron, pues muchos cuencanos, a quienes además se les pretendía recargar un rubro de 12 dólares del llamado “rodaje solidario” para el Consejo Provincial, y 35 dólares más por concepto del SOAT, decidieron irse de paseo a los cantones orientales de Paute y Gualaceo para matricular allá sus unidades pagando únicamente la matrícula y el SOAT. Y con lo que ahorraron se comieron un buen plato familiar de chancho hornado acompañado con un par de cervezas. Y trajeron vuelto.

En total 11 mil carros no se sometieron a la revisión técnica vehicular en el 2009. ¿Aquello quiere decir que Danton S.A. perdería 220 mil dólares? Nada de eso. Según la prensa local, en una cláusula del contrato de prestación de servicios se obliga al Municipio a pagar por los vehículos que no se sometieron a revisión.

¿Y Cuencaire no reclamaría nada para sus arcas?  ¡Claro que sí!

Lograron una prohibición para que los cuencanos propietarios de vehículos matriculen en los cantones azuayos y, además, impusieron una penalización de 50 dólares por cada año en que lograron evadir el control de Cuencaire.

Una vez que el tema trascendió a la prensa, los “yo no fui” son el pan de cada día. Especialmente del ex concejal Rolando Arpi, en cuyo periodo se sacramentó el funcionamiento de Cuencaire y el contrato con Danton S.A. y hoy es el director ejecutivo del consorcio; y del propio alcalde Paúl Granda, que en su defensa ha dicho que cuando era concejal y vicealcalde –es decir “fiscalizador” de lo que ocurre en la ciudad– “el anterior Concejo Cantonal no fue informado sobre el contenido del contrato por cuanto… la corporación Cuencaire era una entidad de derecho privado”.

Si Cuencaire nació para darnos un aire más transparente, pues deberían empezar por transparentar cuentas. Precisamente es allí donde más denso está el ambiente.