Benedicto XVI acaba de visitar la República Checa, considerada como el país más laico de Europa. Digo laico, no laicista, porque respeta la libertad y no impone la ausencia de Dios de la vida social.

El Presidente de la República, rectores, profesores y estudiantes de las universidades del país se reunieron en la universidad de San Carlos, fundada en 1347 por el papa Clemente VI, para escuchar a Benedicto XVI.

El mensaje del Papa, que se siente en una universidad como “pez en el agua”, se puede resumir en la afirmación, según la que la universidad cultiva la verdad en la libertad.

La persona humana, afirma el Papa, tiene sed de conocer. Para satisfacerla, recurre a la razón; esta es atraída por múltiples interrogantes, a los que ha de encontrar respuestas, gracias a una libre investigación. La sed de la verdad no tiene límites; la sed viene bebiendo. “La sed de conocimiento del hombre impulsa a toda generación a ampliar el concepto de razón y a beber en las fuentes de la fe”.

“A esta sed tratan de responder la fe religiosa, las distintas artes, la filosofía, la teología y las demás disciplinas científicas, cada una con su método propio”.

El anhelo de verdad exige libertad. “El anhelo de libertad y de verdad forma parte inalienable de la humanidad… No se lo puede negar, sin poner en peligro la humanidad misma, como ha demostrado la historia”.

La sed de verdad guía a una integración, que se sacia en la universidad, en cuyo seno se cultiva la unidad de la diversidad : “universidad”.

Se opusieron a la universidad, por una parte el reduccionismo, que valoró solo lo material, y por otra el estatismo, que entregó en exclusiva el derecho de pensar a ideólogos, que recortaron la verdad confundiéndola con ideologías.

Solo durante decenios el estatismo materialista pudo sofocar al espíritu humano, que busca la verdad en libertad. El espíritu humano se liberó en 1989, para el servicio a la verdad, “indispensable para el bienestar de la nación”.

La ideología materialista, que confundió verdad con un libreto, que pretendió imponer ciegamente a los ingenuos, está reverdeciendo en algunos países.
Los humanos somos los animales que tropezamos varias veces en la misma piedra. Ocultando la historia, embotando la memoria y la capacidad de reflexión, se pretende separar lo inseparable, la libertad de la justicia y estas de la verdad.

El Papa plantea a los checos una pregunta, que vale también para nosotros: “¿Qué sucedería, si por el afán de mantener un laicismo radical, acabara por separarse (nuestro país) de las raíces que le dan la vida? “Adelanta una posible respuesta: “Nuestra sociedad no sería más razonable, tolerante o dúctil, sino que sería más frágil y menos inclusiva, y cada vez tendría más dificultad para reconocer lo que es verdadero y bueno”.

Al mismo tiempo, sugiere un recurso a nuestro alcance: “el prudente arte del discernimiento”, que es el dolor de pensar, o sea el diálogo, para encontrar la verdad.