Enrique Raad Andrade,
Guayaquil.- Una vez más, las mentes brillantes de gobernantes aplicaron la ley del mínimo esfuerzo, al haber dado por expirados todos los permisos para portar armas; adujeron que así iban a combatir la delincuencia, pues según ellos, los delincuentes harían todo el proceso que se requiere para poder acceder a un permiso que lo daba el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.

Los requerimientos  eran los siguientes: presentar los documentos de importación que los hacían empresas autorizadas por las Fuerzas Armadas, lo mismo si eran de fabricación nacional; tener dos recomendaciones de personas que lo conozcan; récord policial; hacer un examen psicológico y aprobarlo. Como ven, un delincuente jamás hará todos estos trámites. Y si alguien sacó un permiso y tenía antecedentes policiales, lo lógico sería que se investigue cómo y quién le dio el permiso y castigar al mal servidor. Pero no, lo más fácil que se le pudo ocurrir a alguien fue ordenar que se cancelen los permisos, y como ahora hay más de 230.000 permisos cancelados, se debe pagar nuevamente lo que genera la no menos despreciable cantidad de $ 9'430.000, ya que cada permiso cuesta alrededor de $ 41, esto es si no suben los costos. Solo para tener las armas en nuestras casas u oficinas, no se las puede portar, como si la delincuencia no atacara en las calles.

Tenemos ahora que defendernos con palos, o mejor aún, no defendernos y hasta darles las "gracias" y así estar a merced de la delincuencia.
Pregunto a nuestras autoridades. Con la ley que se emitió el año pasado sobre tenencia de armas, la persona que no tenía permiso iba presa cinco años, ¿dónde están todas esas personas cumpliendo la pena por este delito?; si a cada rato se ve que destruyen armas en gran cantidad, ¿entonces les requisan las armas a fantasmas?, por qué no se oye sobre estas personas, que en gran cantidad deben estar presas y seguramente habrá muchos delincuentes a los cuales los sueltan a las calles para que sigan en sus actos de delincuencia.

Publicidad

Enrique Raad Andrade,
Guayaquil