AGENCIAS
TEHERÁN .- Unos dos mil policías armados y milicianos islámicos basij, desplegados en motos y armados de palos, porras y barras de hierro, dispararon ayer gases lacrimógenos y balas sobre unos mil opositores que desafiaron a los Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico del régimen.

Los Guardianes, leales a la élite clerical gobernante, advirtieron que darían una respuesta "decisiva y revolucionaria" a cualquier protesta, lo que significa reprimir al movimiento popular que rechaza la reelección del presidente Mahmoud Ahmadineyad, y que lidera el ex primer ministro Mir Hosein Musavi (1981-1989).

Los medios de comunicación extranjeros tienen prohibido cubrir las manifestaciones y el gobierno ya encarceló al corresponsal de Newsweek, expulsó al de la BBC, suprimió la señal de Al Arabiya, y detuvo a más de 30 periodistas iraníes.   

Publicidad

La convocatoria de la protesta circuló, entre otros lugares, por el sitio de microblogs Twitter. El clérigo reformista Mehdi Karrubi otro de los candidatos, instó al pueblo iraní a mantener las protestas.

El Consejo de los Guardianes de la Constitución, órgano que debe validar los resultados, reconoció que hubo más votos que personas empadronadas en 50 de 366 distritos, pero minimizó el hecho al asegurar que "solo afecta a tres millones" de votos y que se debió a que la ley iraní permite a los ciudadanos votar en la ciudad que estén.

Mientras, se acentúa la tensión entre el régimen y los países occidentales.
La Unión Europea calificó de "infundadas e inaceptables" las acusaciones de injerencia en asuntos internos y sus países miembros desaconsejaron  viajar a Irán, mientras Londres repatriará a los familiares del personal de su embajada. En Roma, el Ministerio de Relaciones Exteriores dijo que podría abrir su embajada en Teherán a manifestantes heridos.

Publicidad

Por el contrario, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, pidió en días pasados "respeto" para Irán y Brasil estimó que las manifestaciones son obra de "los perdedores".

Expertos creen que las violentas manifestaciones en Irán revelan una profunda crisis de legitimidad del régimen, que socava la autoridad misma del guía supremo, Alí Jamenei.

Publicidad

La crisis no se debe a la elección presidencial sino a ¿qué es más importante para decidir los asuntos terrenales?: si la ley divina o la Constitución", resume Robin Wright, del Centro Woodrow Wilson en Washington.

Lo que está en juego es el sistema teocrático instalado por el ayatolá Ruholla Jomeini en 1979 y la autoridad de su sucesor, Alí Jamenei. Son las bases mismas del régimen, sagradas en otro tiempo, las que hoy se desafían", estima Karim Sadjadpur, especialista sobre Irán.

El pueblo comienza a cuestionar directamente al "Veyalat al-Faqih", el sistema de gobierno creado en 1979 por el ayatolá Jomeini y en virtud del cual la autoridad del guía supremo para gobernar Irán viene directamente de Dios, agrega.

Tras dos mandatos presidenciales Jamenei se convirtió en guía supremo espiritual en 1989. Luego amplió su influencia sobre la Policía, el Consejo de Guardianes de la Constitución, la presidencia, el Parlamento y los Guardianes de la Revolución. "Se ha convertido en un sha moderno, con un turbante en lugar de una corona", opina Karim Sadjadpur.

Publicidad

Ayer, el presidente de EE.UU., Barack Obama insistió en que seguirá de cerca los acontecimientos en Irán, pero sin involucrarse en el movimiento interno, decisión que ha generado un debate interno, pues la oposición republicana reprocha a Obama su actitud "tímida y pasiva".

El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó ayer a las autoridades iraníes a suspender sus "arrestos, amenazas y el uso de la fuerza" contra opositores y dijo estar consternado por la violencia contra civiles.