Quiero abonar la idea de las ventajas de la formación de las personas a través de la lectura, brindando mi testimonio.
Desde que recuerdo, tempranamente fui estimulado hacia la lectura, no solamente con el ejemplo que observé en casa, al ver a mi padre leyendo todos las mañanas el periódico, sino por las revistas que llegaron a mis manos, aún antes de saber leer.
Esto es comprobable revisando la colección que conservo de la revista chilena El Peneca, que pronto aprendí a valorar y preferir por su variado, ameno e instructivo contenido.
Luego me acercaron la argentina Billiken y más adelante los cómics editados en México, entre los que preferí Vidas Ejemplares.
En la etapa juvenil me aficioné a la lectura de los diarios y las novelas de aventuras, las románticas y, particularmente, las detectivescas.
También leía Catolicismo y por eso, más adelante, ya casado, me dio mucho gusto escribir conjuntamente con mi esposa algunos artículos para ese semanario, del que formé una larga colección.
Guardar, conservar y hasta coleccionar las lecturas que uno ha realizado considero que es una prueba de afecto y manifiesta la intención, pocas veces cristalizada, de volver a leer lo que nos gustó o impresionó.
A más de los libros de Historia, de cultura general o novelas, que sigo leyendo, no dejo de suscribirme y leer revistas como Vistazo, Mundo Diners, Vive, Samborondón y Clubes.
También religiosas y formativas como Ser Niño, Ser Joven y Ser Familia, de los salesianos; Aguiluchos y Sinfronteras, de los misioneros combonianos; Ciudadnueva de los focolares; Lasallano, de los ex alumnos lasallistas de Guayaquil; y Cuadernos, de la colección Cristianismo y Justicia, una fundación apoyada por los jesuitas.
Especialmente considero importantes en la formación de mis criterios lo que encuentro en el semanario L’Osservatore Romano, que llega puntualmente desde el Vaticano, y Derechos del Pueblo, que edita bimensualmente la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos, en Quito.
Varios boletines de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, de la Superintendencia de Compañías y la revista Pódium de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo me mantienen al día aspectos técnicos y académicos, igual que la revista Derecho Societario, que produce la Academia Ecuatoriana de Derecho Societario, y la Revista Jurídica de la Facultad de Jurisprudencia de la UCSG.
Como integrante de la célula cívica, a la que concurro semanalmente, también recibo las revistas Perspectiva, del Instituto de Desarrollo Empresarial, y Pymes, de la Federación Internacional de Empresarios, algunos de cuyos artículo leemos y comentamos.
¿Cree usted que vale la pena leer más y mejor seleccionados los textos?
La buena lectura, inteligentemente escogida, es muy útil herramienta, nada desdeñable. Sirve para el éxito en nuestro ejercicio profesional o laboral, para procurar la felicidad familiar y estimular nuestro aporte generoso a la comunidad.
¿Cómo promover lecturas, a la par informativas y formativas, en todo ambiente y lugar?
¿Sería tan amable en darme su opinión?