Evaluemos la magnitud de la crisis económica que enfrenta el Gobierno. Se caracteriza por el deterioro tanto del frente interno, el fiscal, como del externo, la balanza de pagos. ¿En cuánto?

Al 30 de septiembre la medida más amplia del tamaño del Estado arrojó un superávit de 11.444 millones de dólares para los 12 meses anteriores; pero en 2008 hubo un déficit de 259 millones de dólares: quitar el cuarto trimestre de 2007 y añadir el cuarto de 2008 significó un giro negativo de 1.700 millones de dólares.

Esto apunta a que si el petróleo no se recupera, y el Gobierno no hiciese nada, en el 2008 habría un deterioro de cerca de 7 mil millones de dólares: en lugar de un superávit de 970 millones de dólares, un déficit de 6 mil millones de dólares.

Ahora, el sector externo. En los 12 meses a septiembre 30, acumulamos un excedente de balanza comercial de 2.875 millones de dólares. En los 12 meses a febrero 28 acumulamos un déficit de 651 millones de dólares. O sea en cinco meses hubo un deterioro de 3.500 millones de dólares. Si todo sigue igual, habría un deterioro de 8.500 millones de dólares en 12 meses: de un superávit de 2.900 millones de dólares a un déficit de 6.600 millones de dólares.

En ambos casos, de un superávit generoso, a un déficit de por lo menos 6 mil millones de dólares, el 12% del tamaño de la economía. Pavoroso.

Hace 10 años esta situación hubiese resultado en una masiva devaluación, seguida de inflación, y todos los que viven de un salario hubieran entrado en un estado de angustia permanente. Pero la dolarización nos blinda de esta situación.

Hoy, mientras el Gobierno tiene colchones a los cuales recurrir para mantener el gasto, por ejemplo, los fondos del IESS que antes estaban en una cuenta corriente del Banco Central y este mantenía depositados en bancos del exterior, la mayor parte de nosotros no sentimos un impacto importante.

Pero de ese dinero que inyecta el Gobierno a la economía, una parte se va afuera a pagar por las importaciones. Por lo que se reduce el dinero en la economía. Con ello van reduciéndose los depósitos, ante lo cual la banca tiene que dejar de prestar y más bien recoger dinero, para poder atender cualquier retiro. Se seca el crédito, y con ello las compras; y si las empresas venden menos, producen menos y despiden empleados.

Este fenómeno se comienza a dar. De los últimos cuatro meses, en tres han caído los depósitos. En Guayaquil hace un año el desempleo era 8%, hoy 14%.

Estrategias hay para atender la crisis. En cuanto a lo fiscal, punto final a la obra pública. ¿Pero bastará?

En lo externo, se han restringido las importaciones, y si es necesario, se dictarán aún más restricciones. El aumento de los aranceles también genera más ingresos fiscales.

Endeudarse es también una estrategia válida, si es que cuando se termine la crisis y suba el petróleo, el Gobierno pague la deuda, antes de aumentar nuevamente el gasto público.

El Gobierno logró posponer los efectos más fuertes de la crisis hasta después de las elecciones. Ahora quizás contemplará medidas de ajuste que prueben no ser populares.