Decía Luis Borges que la vida está hecha de momentos, de instantes, de retazos, porque solamente estos nos pertenecen de verdad; los de ayer nos pertenecieron y los de mañana tal vez sean nuestros; los de hoy, estos precisos momentos en que escribo o ustedes leen estos renglones, solo estos instantes son verdaderamente nuestros. Es lógico entonces, natural y procedente, que demos la mayor importancia y un cuidado supino a los instantes que vivimos segundo a segundo, a los que tenemos conciencia de vivirlos en plenitud.

“No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” es una máxima que contiene mucha sabiduría: no puedo dejar para mañana porque precisamente no sé si mañana tendré de nuevo la posibilidad de hacer aquello que ahora sí puedo hacerlo. Cuando se trata de postergar acciones importantes, necesarias y urgentes que tienen que ver con reglas de amistad o de cumplimiento de obligaciones con terceros, lo dicho cobra mayor trascendencia.

Navidad es un momento preciso y precioso para saldar viejas deudas: perdonar una ofensa que lesionó nuestra alma y que la cargamos con un peso de amargura que entristece nuestras vidas; el perdón siempre es bienvenido y pedir perdón u otorgarlo son acciones sublimes. Navidad es un momento para relacionarnos con nuestros seres queridos: con los padres, hermanos, primos, familiares  y amigos. Cuando la familia no se frecuenta, no se mira ni se habla, poco a poco se va alejando hasta convertirse en desconocidos. Bienvenida entonces la Navidad como ocasión para el reencuentro familiar.

Alguien, con buen criterio y mucha generosidad ha puesto en mis manos los renglones que siguen; quiere que esta columna sea un vehículo apto para trasladar su pensamiento a quienes siempre están ávidos de una palabra que llegue al alma para refrescar sus sentimientos y afianzar sus propósitos:

-“Hay momentos en la vida en que echas de  menos a alguien, que te dan ganas de sacarlo de tus sueños para darle un abrazo de verdad.

-“Cuando una puerta se cierra, otra se abre; pero hay veces que nos quedamos tanto tiempo mirando  una puerta cerrada que no nos deja ver todas las demás que están abiertas para nosotros.

-“No te guíes solo por las apariencias, pueden engañarte. La riqueza no significa felicidad. Ama la sonrisa franca. Si encuentras a quien te haga sonreír o reír a carcajadas, dale un abrazo pues él posee la mejor medicina para el alma.  Encuentra a esa persona que haga sonreír a tu corazón.

-“Sueña con lo que quieras soñar. Ve adondequieras ir. Sé lo que quieras ser… solo tienes una vida y una oportunidad para hacer todo aquello que tú quieras y te propongas.

-“Espero que tengas suficiente felicidad para hacerte dulce; suficientes pruebas para hacerte fuerte; suficientes tristezas para seguir siendo  humano;  suficiente esperanza  para hacerte y ser    feliz.

-“El más feliz no es necesariamente el que tiene ‘lo mejor de todo’, sino el que sabe sacar lo mejor de todo lo que se le cruza en su camino”.

¡Feliz Navidad, amigas y amigos!