“Muéranse. Sí. Políticos de mierda, muéranse”. La frase, con una contundencia que eriza la piel de quien tropieza en su camino, se abrió paso entre 320 trabajos de 265 creadores en la I Bienal Iberoamericana de Diseño (BID), que acogió Madrid. La expresión colinda con un paisaje desolador donde la bandera ecuatoriana representa un basurero en el que los gallinazos husmean en busca de carroña. La obra, del quiteño Pablo Iturralde, vio la luz tras la revuelta que sacó del poder al ex presidente Lucio Gutiérrez. Es, en definitiva, una muestra más de la potencialidad que atesora esta vertiente artística que emerge desde 22 países.

De la actividad, Manuel Estrada, presidente de la Asociación de Diseñadores de Madrid (Dimad), habla sobre un diseño “poderoso, exponente de una realidad vital y mestiza, frente a la  uniformidad dominante”.

Este registro colectivo descubre el estadio de maduración en el que ha entrado esta profesión en México, la reinterpretación de las culturas prehispánicas, coloniales o indígenas en Perú, la convivencia de lo tradicional con las nuevas tecnologías en Venezuela o la adrenalínica manera de crecer como si el mundo fuera a borrarse  mañana como piensan en Argentina. Es esta conjunción de fuerzas la que busca convertir al diseño iberoamericano en “herramienta para el desarrollo y la cohesión de la región, generando mayores niveles de innovación y competitividad a sus economías”, según indicó uno de los mentores de la Bienal. 

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Peter Mussfeldt, representante de Ecuador en el Comité Asesor del BID, habla sobre ese diseño nacional aún huérfano de identidad. “Nuestra gráfica posee un nivel internacional pero, poco a poco, debe buscar ese sentido de pertenencia. Es decir, de lo ecuatoriano, que no significa volver a lo precolombino”. “Tenemos que competir”, dice el alemán residente en Guayaquil y propietario del Estudio de Diseño Gráfico.

Oswaldo Terreros, de Markka Registrada, fue el único diseñador ecuatoriano asistente al evento (las obras de ocho compatriotas se seleccionaron). Con 25 años, esta promesa ve su participación como una consolidación a una labor de más de un lustro.