Al tratar de pasar el examen de ingreso fracasé estrepitosamente. Carezco de realismo, soy un perro lunar, un soñador; no siempre tengo conciencia de lo que ocurre a mi alrededor, puedo lastimar sin querer, no encuentro las palabras para consolar, evitar suicidios, curar enfermedades del alma. Mi fantasía inagotable vestida de humor es muleta valiosa, mas sigo claudicando dentro de un mundo que no termino de entender. Llegué a la conclusión de que soy un animal sin llegar a ser una bestia, mucho menos inteligente de lo que a veces creen ciertos pero tal vez no tan idiota como de repente tengo la impresión de ser. Quizás soy un parapléjico del alma, tengo cuerpo sin mayores fallas, pero mi alma anda en silla de ruedas. No logro encontrar a Dios cuando a lo mejor lo llevo dentro.

Me siento perplejo. Hace tres millones de años el australopiteco era un mono (?) que caminaba erguido en sus dos patas (¿piernas?). El homo sapiens apareció hace doscientos mil años. Para Descartes, la presencia del alma se manifestó mediante el lenguaje (pero los locos también hablan). Según Aristóteles, el hombre es un animal dotado de razón, pero ¿por qué pretende tenerla cuando anda más perdido que chancho en misa? Para Feuerbach, Dios es la manera como los hombres pueden concebir la perfección humana. Al pretender hacer una teología se realiza una antropología.

Una vez reducido a polvo en la higiénica cremación no soy más que cenizas, paso en la tierra desapercibido. Si con todo aquello a cuestas permito que se me trepen los humos, me convierto en triste pendejo. Sé un poco de todo pero no sé nada del todo. Mi cultura se reduce al placer experimentado mediante un meticuloso aprendizaje. Creo que es una forma razonable de vivir la vida con intensidad. No se necesita ser un genio para sentir a Bach, admirar a Picasso, sino abrir sentidos y alma lo que más podamos. Se requiere cultivar la infinita ternura para perdonarlo todo, amar a los demás, con mayor razón cuando no parecen merecerlo, sonreír aunque tengamos el corazón hecho trizas. Soy un ferviente seguidor de Kant, no necesito recompensas para actuar bien. Soy un admirador de Jesús y si lo pierdo de vista, Él sabrá  dónde encontrarme. Intento domesticar al animal que llevo dentro, anhelo convertirme en ser humano incapaz de satanizar en los demás fallas que tanto cometo, malos pensamientos que a veces comparto.

Soy bernard sin más, con entrañables minúsculas. No soy normal, es un hecho, pero amo a morir y de eso vivo o por eso me desvivo.