Según él, esta es la oportunidad que tiene para lograr una “íntima relación con tu mente y  cuerpo” y poner en práctica todas las destrezas de este arte marcial que lo imparte su profesor Germán Tzamarenda.

Gracias a esta práctica, este joven guayaquileño que un día decidió hacer la conscripción militar “para fortalecer su espíritu y reafirmar sus valores”, descubrió que le gustaría ser guardia de seguridad. “Sé que es un oficio riesgoso pero aquí nos dan la oportunidad de trabajar y desempeñarnos eficazmente, con muchas herramientas”, afirma.

La Escuela de Seguridad del Ejército, donde él se forma, mantiene un convenio con el Ministerio de Educación y Cultura el cual otorga un certificado que avala su capacitación. Los jóvenes deben cumplir 120 horas de prácticas para convertirse en custodios.

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También esta entidad mantiene relación con varias empresas de seguridad con las cuales intercambia información. “Nos visitan los jefes de operaciones de varias compañías de seguridad que llevan los datos de quienes se forman con nosotros. Los reclutan al finalizar su conscripción militar por noviembre”, refiere el mayor Vinicio Hinojosa, director de la Escuela de Seguridad de la II División del Ejército Libertad.

A más del king boxing, Nazareno y otros 30 compañeros  reciben conocimientos de armas y equipos relacionados a la seguridad. Las prácticas en un campo de tiro virtual, donde no se utilizan municiones, es algo que también disfruta. “Aquí uno aprende a defenderse pero también a respetar más a los demás”, agrega este joven graduado en Ciencias Químicas del colegio José Pino Icaza.

Afirma sonriente que en la conscripción aprendió a valorar más a su familia conformada por sus padres, José Nazareno y Ana Herrera, y su hermano, Luis, de 24 años. “Ahora hasta escucho misa todos los lunes a las 07:30”.