En la producción nacional se aplica con mucha frecuencia la fórmula reducir, reusar y reciclar. Este planteamiento lo patentó hace tiempo Greenpeace.

En ecología, para tratar el tema de un consumo responsable se habla mucho acerca de la regla de las tres erres. Esto consiste en reducir, reusar y reciclar.

La televisión nacional parece haber adquirido este concepto hace ya algún tiempo y, por lo que se ve, se ha convertido en una experta en el tema.

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Al hablar de reducir nos adentramos a las finanzas empresariales de algunos medios y el corte de presupuesto de muchos programas.

Existen algunos canales que reducen de manera substancial el dinero que le entregan a ciertas producciones y ganan así el mayor dinero posible de los anunciantes y demás. Este es el caso de programas como ‘Bailando por un sueño’, o como se llame, tiene tantas ediciones que ni sé cual es el nombre del espacio.

Aquí nos encontramos con una escenografía pobre, apagada, sin ningún arreglo que transmita la supuesta emoción que comunican los bailes. Con cada nueva entrega de ‘Bailando...’, el escenario debería mejorar e incluir nuevos elementos que, primero que nada, lo diferencien de las distintas temporadas. No pretenderán mantenerme interesado solo con las lágrimas –y no apariciones– de sus concursantes.

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Hablar de este programa me lleva al reciclaje televisivo. Estamos acostumbrados a ver una cantidad de híbridos de muchos programas que reciclan ideas antiguas y exitosas y se las utiliza sin descaro alguno en la programación diaria. ‘Fama o Drama’, que de por sí es una adaptación de un formato extranjero, es una mezcla incongruente de reality, concurso y programa de evocación romántica. Entre toda esta amalgama de ideas no hay manera de que pueda entender la mecánica de esta entrega.

Los programas y segmentos de cocina son estáticos y cuadrados, encerrados totalmente en los límites proporcionados del set. No solo reciclan viejos argumentos de cómo presentarse ante el público, sino que estoy seguro de que mucha de la escenografía es reciclada de lo que dejó el programa de María Rosa. La producción de estos espacios debería analizar alternativas, por ejemplo, puede hacer críticas de restaurantes, realizar reportajes con un enólogo o enseñarnos cómo cultivar nuestros propios tomates en un jardín.

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Pero la regla de oro aquí es reutilizar. La producción nacional florece y se agranda con cada nueva producción. Los estándares de calidad se elevan y los guiones parecen encontrar balance entre la originalidad y lo comercial.

El problema muchas veces es que no se sabe lo que se está viendo, debido a la aparición de los actores de siempre.

Talentos con talento que son utilizados en repetidas ocasiones en series y dramatizados. Nadie niega sus cualidades artísticas, pero parecen niños monopolizando el carrusel.

La falta de una real y productiva industria del entretenimiento da pocas oportunidades a aquellos que recién están surgiendo. Actores independientes no suelen tener las oportunidades de participar en muchos proyectos de la televisión. No me importa para nada ver a una mujer voluptuosa en el programa ‘Vivos’, pero no existe ninguna otra actriz como Flor María Palomeque, que aparezca con diálogos y papeles que vayan un poco más allá que un chiste de doble sentido.

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No es necesario revivir a Penélope Lauret para que interprete a la hija del notario Cabrera (*), cuando existen decenas de mujeres que pueden realizar el mismo papel.

Es cuestión de que un director y productor tome esas decisiones que tanto le hacen falta a la televisión. Una inyección de adrenalina, unas pastillas con algo de vitaminas, cualquier cosa para seguir creciendo, evolucionando y, más que nada, arriesgando.

Las tres erres se aparecen en cada pulsación del control remoto. Y así como la responsabilidad de mejorar el medio ambiente recae sobre nosotros, no parece que hacemos mucho para ayudarlo.

A veces tenemos las herramientas para cambiar, pero nos faltan las ganas de hacerlo. El conformismo es el camino hacia un mundo de monotonía.

(*) Teleamazonas recientemente reprodujo un dramatizado sobre el caso del notario Cabrera, titulado  Fraude en Machala,  que fue lanzado originalmente en octubre del 2006.

DETALLE

Norma Greenpeace
La regla de las tres erres es una propuesta popularizada por la organización ecologista Greenpeace. Un alcance de este concepto llevaba a la ampliación de este tema, por lo que se sugirió extenderlo a cinco reglas: reciclar, reutilizar,  repensar, reestructurar y redistribuir.