Una vieja parábola cuenta que en la India seis ciegos decidieron indagar cómo era el elefante, bestia gigantesca de la que oían hablar, pero a la que jamás habían visto. Se acercaron, pues, al gran animal y empezaron a palparlo. Cada uno relató su experiencia: el primero, que había tocado la trompa del monstruo,   dijo: “El elefante es una gran serpiente”; el segundo, que había pasado sus manos por el colmillo,   opinó: “No, es duro y puntiagudo, como una espada; el tercero, que palpó la oreja, sostuvo que era como una manta; el cuarto, que trepó por una pata, consideró que más bien era una columna; el quinto, que se había dado contra el flanco, sentenció que era una pared; y el sexto, que se puso a halar la cola, les contradijo: “No, es una soga”. Hablando cada uno con base en su experiencia, pasaron meses disputando sin ponerse de acuerdo.

Me hacen pensar en esta fábula las distintas opiniones de la oposición sobre el proyecto de Constitución. “Es abortista”, dicen unos; “es gay”, otros;… estatista, …inflacionaria, y así, al igual que los ciegos del cuento, todos tienen un poco de razón, pero todos se equivocan. Pocos pueden apreciar el conjunto del gran paquidermo autoritario que avanza. Todos, todos, los aspectos del famoso proyecto están dirigidos a concentrar el poder en las manos de una sola persona.

El desbarajuste económico que va a producir la implantación del socialismo del siglo XXI está calculado también dentro de la lógica del poder total.
¿Por qué digo esto? Porque solo un ciego no ve que los sistemas estatistas conducen a mayor pobreza. No hay un solo ejemplo en contrario. Pero la miseria es útil para las estructuras totalitarias: los extremadamente pobres son manipulables, un subsidio, por magro que sea, es un arma política poderosa en un país famélico. Esto es obvio, la gente primero come y luego piensa. Entonces, hay el deliberado propósito de pauperizar a la población, de mantenerla al borde de la inanición, para poder manejarla con pan subsidiado.

Entonces, la verdadera naturaleza del proboscidio es esa. Las enormes orejas que oyen hasta las conversaciones más privadas, la trompa constrictora, los asesinos colmillos, las demoledoras pezuñas, no son adornos, están perfectamente funcionalizados para sostener al descomunal ungulado. Es conceptualmente un error, entonces, focalizar el ataque en uno solo de los aspectos de su corpachón. Es un error conceptual, sí, pero no político. Desgraciadamente, no es este un país en el que se ama la libertad, las encuestas siempre demuestran una gran cantidad de ecuatorianos que dicen preferir una dictadura a la democracia, nos encanta invocar la “mano dura” y el “ejecutivo fuerte” ha sido una de las taras de toda la legislación constitucional ecuatoriana. Los personajes más admirados han sido en su momento dictadores (Bolívar, García Moreno, Alfaro, Velasco Ibarra).

Hay grandes masas que no pueden o no quieren conceptuar al mastodonte. De manera que el espectro de una dictadura no va a asustar a los sectores que quieren un presidente “fajado”. A estos ciegos tendrán que mostrarles las partes que pueden palpar: inflación, desempleo, inseguridad…