Esta institución ha preparado  una agenda de eventos, que se iniciaron el pasado sábado y continuarán en febrero.

Los extremos también se expresan con arte, especialmente los que nos enfrentan a las fobias, miedos y ansiedades. Por eso el arte extremo es, en la actualidad, una forma más de expresarse y en Cuenca  tiene su propia galería:  Prohibido museo-café, que cumplirá su décimo aniversario el próximo 2 de febrero.

Y para celebrar su incidencia como centro cultural, Eduardo Moscoso, su impulsor, preparó una agenda de eventos extremos que iniciaron el pasado sábado con la presentación de grupos locales, nacionales e internacionales,  que emulan a la anarquista banda española Ilegales. Para Moscoso,  “lo que vistes, la forma de llevar el cabello, el comportamiento y muchas expresiones propias del ser humano,  están condicionadas a las normas sociales que no son más que imposiciones de grupos con los que muchas veces no estás de acuerdo. Confrontar lo convencional con lo que quieres hacer de tu vida es extremo y necesario”.

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Esa confrontación  provoca miedos y ansiedades que se expresan muchas veces a través de fetiches y símbolos que parecen oscuros o feos, pero que expresados al extremo no son más que arte y por ser confrontador está en constante cambio. Como lo está Prohibido museo-café, que hace 10 años empezó en una centenaria casona ubicada en la calle peatonal La Condamine, en el popular barrio Cruz de El Vado, en pleno centro histórico de la ciudad.

Con paredes de adobe, pilares de madera, piso de tierra y techo de teja con un patio central y un huerto de fondo; características que aún se mantienen, sino que  ahora revestidas de todo tipo de símbolos que a simple vista podrían considerarse macabros, y  que luego de observarlos y sentirlos, son  obras de arte.

Un mural, que es una exaltación a la vida, con imágenes selváticas de colores fuertes y aplicaciones en barro cocido que semejan querubines y otras gárgolas,  se matizan en la fachada de la vieja casa con el adobe, los marcos de madera de las ventanas y las protecciones de hierro originales.

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Sobre el techo en un rincón de la fachada se observa un farol también de hierro forjado, como el que se colocaba hasta hace unas décadas en todas las casas a falta de alumbrado eléctrico; y junto a este un indio andino con alas de ángel y un gato negro, ambos de barro.

En la piedra de mármol que sirve como grada para acceder al zaguán donde está una puerta de vidrio ahumado, con el marco de madera original, se distinguen símbolos amerindios tallados a mano y un tótem da la bienvenida.

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Una vez que se abre la puerta, los colores vivos de muchos otros objetos: tótems, cuadros y esculturas que imperan en las salas decoradas al extremo quedan de lado,  un leve escalofrío corre por el cuerpo cuando se constata que al primer paso, en el piso existe una fosa, con una escultura enana de piedra, alumbrada con una tenue luz que podría emular a una mazmorra de castigos.

Superada la primera impresión,  los visitantes que gustan de enfrentar sus temores podrán encontrar espacios para tomar un café o picar golosinas en cualquiera de las salas decoradas con ataúdes, sarcófagos, fosas, falos, monstruos bicéfalos, cráneos, cuernos, chatarras, símbolos indígenas y demás detalles escalofriantes para unos, pero dignos de admiración para otros.

BREVES

PROGRAMA
El sábado 2 de febrero se realizará el  VII Festival de las Artes Extremas.  El sábado 16  se presentará   el grupo Sal y Mileto. Y el domingo 17 actuará la artista Anabantha.

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ACTIVIDADES
Para celebrar el aniversario del museo-café también se contemplan exposiciones  de  gastronomía  y moda con diseñadores locales y nacionales.