El oro y el petróleo iniciaron el año a bombo y platillos: el crudo superó por primera vez los 100 dólares en Nueva York y el metal amarillo batió su récord histórico al cotizarse a casi 860 dólares la onza, impulsados por el dólar débil y un alza de las tensiones geopolíticas.
En Nueva York, el "light sweet crude" pulverizó su récord al alcanzar el precio exacto de 100 dólares el barril por primera vez en su historia.
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En Londres, la cotización del petróleo Brent del mar del Norte franqueó asimismo por primera vez los 97 dólares el barril, y se impulsó hasta el nivel nunca visto de 97,72 dólares. En una sola sesión, las cotizaciones aumentaron no menos de tres dólares.
Al mismo tiempo, la onza de oro se vio presa de una escalada febril y llegó a los 859,20 dólares, lo cual le hizo batir su récord histórico anterior de 850 dólares que databa de enero de 1980, en tiempos del segundo shock petrolero y la revolución iraní.
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El ascenso paralelo de las dos materias primas no es sorprendente: la curva del oro sigue generalmente la del petróleo, porque el alza petrolera atiza los temores inflacionistas e incita a los inversores a comprar el metal amarillo, una colocación refugio en periodo de escalada de los precios.
Además, la debilidad del dólar -que se intercambiaba el miércoles cerca de su mínimo histórico frente al euro- contribuye a aumentar también el precio del metal precioso y el del petróleo.
Como ambas materias primas se cotizan en dólares, el derrumbe del billete verde fortalece el poder de compra de los inversores que poseen divisas más fuertes y ello estimula a su vez la demanda.
Pero mientras el precio del oro depende esencialmente de factores técnicos, el del petróleo está inicialmente determinado por los fundamentos del mercado. Los precios del crudo, por ejemplo, suben desde hace meses por el temor recurrente de que la oferta no baste para satisfacer una demanda en fuerte aumento de los países emergentes.
En este contexto de abastecimiento precario, el mercado teme nuevas interrupciones de la producción y se inquieta por la escalada de la violencia en Nigeria, primer productor petrolero de África.
Al menos 12 personas murieron durante las fiestas de Año Nuevo en el ataque de dos comisarías y de un hotel por parte de hombres armados en Port Harcourt, la "capital petrolera" de Nigeria, en el sur del país, dijeron el miércoles fuentes militares.
Estimada actualmente en unos 2,1 millones de barriles por día, la producción nigeriana ya se redujo en un cuarto en 2006 y 2007 a raíz de la violencia.
El aumento de las tensiones geopolíticas en Pakistán tras el asesinato de la ex primera ministra y líder opositora Benazir Bhutto el 27 de diciembre también desencadenó un movimiento al alza de los precios del petróleo y del oro.
Aunque Pakistán no produce petróleo, está situado en una región estratégica y es la única potencia nuclear confirmada del mundo musulmán y un aliado clave de Estados Unidos.
Las elecciones legislativas previstas inicialmente para el 8 de enero en Pakistán fueron aplazadas al 18 de febrero, anunció este miércoles la Comisión Electoral.