Frente a cientos de personas convocadas el funcionario afirmó que del “gansterismo político y el centralismo propio de algunos guayaquileños” se heredó un “estiercolero” y se entrega una de las terminales más modernas de América.

En su intervención aprovechó además para refutar los cuestionamientos del régimen. “Dicen esto se hace con plata del estado central, $  4 millones entregados en el gobierno de Lucio Gutiérrez de $ 50 millones invertidos, 19 puestos por el Municipio, con nuestro endeudamiento con la CAF, y 27 puestos por esta fundación”. 

Los mismo, añadió, pasa en el aeropuerto. “Otra pocilga convertida en uno de los mejores aeropuertos de América que hoy produce rentas a la ciudad, que le da a la Dirección de Aviación  más de lo que le daba antes, ¿qué hacen con la plata que reciben?”, refirió.

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Aseguró que esa es la costumbre de Guayaquil, servir con calidad a los pobres sin subir las tarifas. “Aquí está esta obra, es posible para 42 millones de personas que usan bus, que no son ricos ni pelucones,  que vienen de todas las provincias del país”.

Y luego vino la advertencia: “Alguien se ha enfermado porque hacemos esto, qué podemos decir, cúrense o muéranse porque Guayaquil es inmortal y Guayaquil no se va a dejar. Esta ciudad tiene un norte: el servicio, el crecimiento, la honestidad y la eficacia, y nadie nos va a apartar de ese norte”.

“Alguien me decía ya es hora de que se caliente, no estoy caliente, estoy hirviendo. Los guayaquileños ya perdimos la paciencia, pero lo que no perderemos es la seriedad y la enteraza. Cuando reaccionemos, nuestra reacción será cualitativa y cuantitativamente invencible, sin personalismos, sin revanchismos. El amor a lo nuestro no se puede derrotar y nadie derrotará a Guayaquil y por eso yo quiero un Guayaquil de pie que se aplauda a sí mismo por lo que ha hecho, pero que bien parada deje clara su ambición irreversible y altiva de luchar hasta la muerte por una dignidad que no tiene precio”.