Esta extinción es por la manera indebida e ilegal de cazar, no por parte de los nativos, sino por los cazadores que practican el deporte durante el día, y por “linterneadores” que lo hacen por la noche a pie exponiéndose a mordeduras de culebras, de escorpiones o a ser plagados de garrapatilla; sino a los cazadores (exterminadores) que utilizan vehículos de doble transmisión armados con luces halógenas de dos o más millones de bujías, que con su intensidad de luz los paralizan, utilizando para el efecto rifles calibres 30.06.270.

La gravedad del caso es que no se satisfacen con matar uno o dos venados, sino que transitan desde el anochecer hasta el amanecer eliminando cuatro o seis animales por noche. He sabido que algunos han llegado a matar más de seis entre hembras y machos. Eso no es cacería, se llama exterminio o masacre. Lo dañino de esta modalidad es que no se sabe si en realidad se disparó a un venado macho o hembra, o a un bambi (venado bebé), a una vaca o un burro, porque el enfoque no determina a qué se ha disparado, sino cuando los guías van a recoger la presa y darse cuenta de lo que cayó abatido.

Cuando comencé en el deporte tenía aproximadamente unos 15 años, y hoy 85. En aquella época utilizaba una linterna cuyo faro se encontraba en la frente; la cacería la hacía a pie. Posteriormente me dediqué a cazar durante el día matando solamente a los machos porque a estos se los reconoce por las cornamentas (las hembras carecen de cuernos). Las hembras por lo regular entran en celo entre junio y julio, y la gestación se prolonga por casi cinco meses pariendo una sola cría, muy rara vez dos.

Publicidad

Por consecuencia, no es comparable la crianza masiva de aves de corral para consumo humano, por ejemplo, con una venada que pare una solo cervato. Por todo esto, es urgente y necesario que instituciones como Fundación Natura, Ministerio del Medio Ambiente, tomen medidas drásticas haciendo respetar la ley, y prohibiendo esa perjudicial manera de cazar.

Rodolfo Baquerizo Morla,
cazador, Guayaquil