Con 101 años a cuestas, catorce hermanos, seis hijos, treinta nietos y con la cuenta perdida de bisnietos y tataranietos, Simón Valentín Delgado Cepeda, "orgulloso" abuelo de Rafael Correa, es hoy uno de los testigos de la jura del cargo de su nieto como Presidente de Ecuador.

Con voz firme, frases cortas y un semblante que envidiarían algunos sesentones, de contextura delgada, talla más bien mediana y un fino sentido del humor, Valentín resume el "secreto" de su vitalidad en "no fumar, no tomar (beber), ni mujerear".

Lo dice un hombre que nació en Guayaquil el 16 de diciembre de 1905 y que lleva 78 años casado con Luz Isabel Rendón que, a sus 98 años, está imposibilitada de caminar, por lo que no ha podido llegar a Ecuador desde Estados Unidos, donde viven hace 40 años.

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De mirada directa pero dulce, de hablar nítidamente articulado y de una lucidez que muchos codiciarían, Valentín no desaprovecha para bromear cuando se le pregunta por su descendencia: "Legítimos?", es su primera pícara respuesta ante la indagación sobre sus vástagos.

Enumera a Josefina, Norma, Eleonora, Eduardo, César y Gustavo, pero duda de sus nombres, no porque los haya olvidado, sino porque en la familia se conocen más bien por sobrenombres: Pepa, Chicho...

Valentín, sobrino nieto del ex presidente de Ecuador Eloy Alfaro Delgado, supone que su linaje puede extenderse dentro de pocos años, al tener ahora una tataranieta de catorce años.

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Pero más allá de cuentas sobre años de vida o ramas del árbol genealógico, a Valentín, que tiene el cabello completamente cano, no le sorprende que su nieto Rafael Correa haya llegado a presidente.

"Me siento muy orgulloso, porque yo sé que va a enrumbar muy bien a mi país", dijo a Efe en referencia a Correa, economista de 43 años, a quien definió como un "hombre tenaz, fuerte y decidido".

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De una vida sosegada, Valentín, que en la juventud fue administrador de haciendas en la costa ecuatoriana, recuerda como los momentos más dolorosos de su vida la muerte de su madre, de varios de sus hermanos, de una nieta y de una biznieta.

De sus catorce hermanos, sobreviven Julio César (94), Graciela (89) y Hugo (86), todos viven en Ecuador, a donde Valentín vuelve ahora después de 18 años desde California, donde reside con su esposa y su hija Norma, la madre de Correa, que le consciente en muchos caprichos culinarios, según comentó con traviesa sonrisa.

Precisamente la alimentación "a hora debida" es otro de los "secretos" para el brío con el que va por la vida y se lo agradece a los potajes ecuatorianos que Norma le prepara en EEUU: arroz con menestra y pequeñas empanadas de queso, "no grandes, porque esas a veces son sólo aire puro por dentro", aclara dibujándolas con sus manos en el aire.

Su dieta incluye todo tipo de carnes, mucha fruta y bastante agua, un régimen que, sumado a haber pasado su juventud "en el aire puro", ha contribuido a su vitalidad y lo ha alejado de quirófanos. En más de un siglo de vida, una hernia ha sido su mayor dolencia.

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Valentín cree en Dios, al que llama Jehová, "el ser supremo, el hacedor del universo, el que lo puede todo con solo invocarlo en oraciones de corazón", que nunca le ha defraudado, lo que queda probado porque siempre le ha pedido por la salud de su esposa, con quien está a meses de entrar en el libro Guiness de los Récords.

Luz Isabel y Valentín amenazan el actual récord de matrimonios, que está establecido en 78 años, 4 meses y "días", pues se casaron el 8 de diciembre de 1928, tras unos cuatro años de noviazgo.

Comprensión y respeto, es la base del éxito conyugal de Valentín, que porta su alianza matrimonial en sus bien cuidadas manos.

Con la experiencia de viajes por toda América y por Europa, fogueado por más de un siglo de vida, Valentín pide a Correa que "sea como siempre ha sido: recto y que enrumbe a Ecuador por la senda del progreso", y al pueblo le sugiere que ayude a su nieto y que "tenga paciencia", porque habrá muchos cambios.

Por el protocolo posiblemente no podrá ceñir la banda a su nieto en el Parlamento, pero le dará las "bendiciones, como siempre".

Regalando sonrisas, Valentín, que sólo usa la silla de ruedas para evitar la fatiga, dejó caer una broma para terminar el diálogo:...Y la receta para tanta vitalidad?. "Me la pide por correo", responde.