A mediados de febrero del 2006, cuando Rafael Correa era precandidato presidencial y recorría diversas localidades, uno de sus simpatizantes se sacó su correa y la entregó para que con ese elemento castigara a los políticos corruptos. “Dale correa”, le dijo.

Desde entonces, la prenda y la frase se constituyeron en símbolos de la campaña. En sus discursos, el candidato la levantaba y afirmaba que con ella iba a acabar con la corrupción, con los diputados corruptos, con la partidocracia.

Los asesores fueron los principales proveedores. Se calcula que se utilizaron entre 45 y 50 correas. Arturo Tello, uno de los asesores, explica que él, Gunter Morán y Homero Rendón dieron más correas.

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“A veces se perdían porque las dejábamos en el techo del correamóvil  o porque alguna persona se la cogía como recuerdo”, señala Tello, quien afirma que decenas de partidarios ofrecían la suya. Y cuando no había disponibles, compraban en algún almacén.

Al final de la primera vuelta, la candidata Cynthia Viteri (PSC) criticó duramente el uso de la prenda, porque decía que era el símbolo del maltrato infantil y a la mujer. Tello dice que se la  siguió usando porque el mensaje era exclusivamente contra los corruptos.