Ante más de 70.000 espectadores, en el estadio Monumental, Barcelona y Emelec protagonizaron un duelo intenso en el que los azules se llevaron la victoria.

Pitazo final de Mauricio Reinoso. Retumba desde sus cimientos el estadio Monumental. Estallido de júbilo para unos, rostros desencajados y dolor para otros. Lágrimas en ambos bandos. De felicidad para los futbolistas de Emelec, de impotencia para los de Barcelona.

A las 17h52 los azules concretaron su 11ª victoria en el escenario amarillo, por campeonatos nacionales (contra 14 de los canarios y 21 empates) y despojaron al dueño de casa de la punta del torneo.

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Empezaba a vivirse otro ‘clásico’ a esa hora. El que ofrece las dos caras de la moneda en una competencia deportiva que involucra a dos rivales.

Desde la suite presidencial del estadio, donde estaba el titular canario, Galo Roggiero, junto a varios invitados, la desilusión se ramificó hacia los aficionados barcelonistas de distintas localidades.

En la suite, el tenista Giovanni Lapentti; el ex gobernador del Guayas, Guido Chiriboga; la ex miss Ecuador, Soledad Diab; entre otros, lamentaron la pérdida 2-1 ante su tradicional adversario.

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“¡Tranquilo, el equipo jugó bien! ¡Todavía no se ha perdido nada!”, fueron las frases de aliento, mezcladas con palmadas, que recibió Roggiero. La cara de la tristeza.

Abajo, la cara de la alegría. Una extensa mancha azul saltó, agitó banderas y con los puños cerrados esperó a sus héroes.

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Llegaron en equipo, se quitaron las camisetas y las ondearon. Eran los jugadores de Emelec que dedicaron la victoria a su barra.