Con mucho agrado leo en este Diario los detalles de cómo van a funcionar las oficinas del nuevo Registro Civil de Guayaquil. Por fin se va a terminar esa humillación, donde obligado por la necesidad, el ciudadano guayaquileño tenía que utilizar sus instalaciones y soportar toda clase de vejámenes. Pero con desagrado y sorpresa leo también que sus actuales empleados “van a reclamar” la inconstitucionalidad de su entrega al Municipio. ¿Cómo es posible que tengan cara para reclamar? ¿Ya no se acuerdan cuando, confabulados con los “tramitadores”, escondían los formularios de partidas de nacimiento, matrimonio o cédulas de identidad; entregándolo solo a los que obligados pagábamos a dichos tramitadores, y cuando reclamábamos por el alto precio, estos respondían “es que para adentro va más de la mitad”? Entonces ponían una marca en la esquina de la solicitud para que el trámite vaya como el agua en las oficinas de adentro. De estas cosas hay maravillas: con 200 dólares conseguía una persona cédula de identidad con el lugar y fecha de nacimiento que escogiera. ¿Niegan estos empleados del actual Registro Civil que van a reclamar lo aquí dicho?

Norman Sempértegui Acosta
Guayaquil