Mientras los jóvenes cultivan diáfanamente su relación con la tecnología, quienes nos asomamos al mundo de las computadoras ya creciditos, vamos de sorpresa en sorpresa.

Ahora, para estar en “algo” (por contraposición a “no estar en nada”, como dicen mis alumnos), hay que leer blogs –y el Diccionario Panhispánico nos compele a usar bitácora, porque “traduce con precisión el término inglés log(book)”–. Sin embargo, estoy segura de que si cumplo con la recomendación académica, los lectores computarizados no me entenderían. Entonces escribo sobre blogs porque ahora también los leo y vale la pena llamar la atención sobre el fenómeno.

Desde que el desafío por estar informado es tan creciente, quienes habitamos el planeta Comunicación no tenemos paz. Ya no se trata solamente de leer periódicos y revistas, de ver noticiarios y determinados programas de televisión que se encuentran en la comidilla, de seguir con cierta asiduidad la entrega cinematográfica comercial (¿acaso podemos renunciar a tener una opinión sobre Harry Potter, King Kong y Crónicas de Narnia?) y artística, y de leer libros de reciente circulación. Ahora también hay que incursionar por los caminos del ciberespacio detrás de algunos de estos ‘sitios electrónicos, personales, actualizados con mucha frecuencia, donde alguien escribe a modo de diario o sobre temas que despiertan su interés y donde quedan recopilados asimismo, los comentarios que esos textos suscitan en sus lectores (ver el Panhispánico, p. 96).

Confieso que el primero que atrajo mi atención lo lleva el escritor español Alejandro Gándara, a través de la versión electrónica del diario El Mundo. Bajo el título de El Escorpión, le mete un picotazo inteligente a los temas culturales del momento, con irreverencia e ingenio, y bajo un estilo entre periodístico y literario de quilates. Ahora ando detrás de los blogs ecuatorianos que revisan los hechos literarios del país. Hay un autor concreto detrás de ellos que se responsabiliza por lo que dice y permite el intercambio. He encontrado diferencias de criterio expresadas con altura, a pesar de que algunos comentaristas prefieren el anonimato del seudónimo, no entiendo por qué.
Celebro contar con nuevos espacios de diálogo siempre y cuando se pueda conversar con respeto y mirándonos –metafóricamente– las caras desde nuestras identidades.

Lo mejor es que cumpliendo los objetivos de la red mundial, un blog conecta con otro y otro y así, por medio del interesante Mas allá de los libros, de Eduardo Varas fui a parar al del escritor mexicano Jorge Volpi que me deslumbró por su variedad e ideas originales. En esta multiplicación infinita ya hay ‘blogonovelas’: un argentino ha puesto en la red una colección de 200 capítulos de una historia sobre una familia, que ha conseguido tantos lectores que de su versión electrónica saltará a libro en el 2006.
Estas nuevas realidades de lectura y comunicación nos exigen detenernos un poco a revisar los viejos discursos, nos obligarán a volver sobre Sartoris y otros autores que como él, privilegian al libro por encima de todos los platillos de nuestra mesa informativa y placentera.

Sigamos leyendo, entonces, en todos los formatos posibles.