Cambiante por definición, la adolescencia moviliza a los chicos y preocupa a los padres. Sin embargo, existen una serie de consejos para hacer de ésta una etapa natural de la vida de la familia.

Muchos padres se alegran cuando termina la época en que se deben levantar de madrugada ante el llanto de sus lactantes bebés. Otros, cuando sus hijos dejan de hacer caprichosas escenas porque quieren desesperadamente que les compren un juguete. Pero casi todos se preocupan cuando sus pequeños dejan de ser niños e ingresan al interesante pero complejo camino hacia la adultez: la adolescencia.

Sin embargo, para calmar la ansiedad y preocupación de esos muchos papás y mamás, existen una serie de consejos que los ayudan a guiar a sus hijos por esta difícil transición en la que se desarrollan física, moral e intelectualmente. Además de los cambios que sus cuerpos van experimentando al desarrollarse, uno de los principales cambios que se da en la conducta de los adolescentes es la relación con sus padres. Según la Fundación Nemours, los jóvenes empiezan a separarse de sus padres y a luchar por su independencia, lo que es sentido por los padres como signo de rebeldía. Los chicos también comienzan a preocuparse por cómo los ven los demás, en especial sus compañeros, por lo que hacen diversos intentos por encajar y ser aceptados.

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A esa conducta se suma que los adolescentes desean probar cosas nuevas y testear cómo se sienten con diferentes apariencias físicas, estilos e identidades. A veces, esto plantea situaciones tensionantes con los padres, que no desean que sus hijos se tiñan el pelo, o se vistan de forma estrafalaria, por ejemplo. En estos casos, algunos especialistas recomiendan a los padres escoger las batallas: dejar pasar esos cambios estéticos sin objetarlos pero hablar con los hijos si éstos empiezan a tomar alcohol o consumen drogas.

Según la Academia de Psiquiatría de Chicos y Adolescentes de los Estados Unidos, el interés por estas sustancias puede darse en parte por la curiosidad que caracteriza a los adolescentes, y en parte porque éstos tienen la tendencia a sentirse inmunes y omnipotentes y no ven la relación entre sus acciones del presente y las consecuencias del mañana.

Por ello es importante que los padres estén atentos a todas las señales que se desprendan de la conducta de sus hijos. Además de que la revolución propia de la adolescencia implica cambios en el comportamiento, cuando éstos son demasiado drásticos o duraderos, puede significar que existe un problema. Aumento o pérdida de peso en extremo, problemas de sueño, cambios drásticos en la personalidad y en las amistades, ausencia y mal rendimiento en la escuela, y consumo de tabaco y alcohol, son algunas de esas señales de alarma.