La sociedad norteamericana se ha convertido en un pueblo yo-yo, ahora-ahora, consume-consume. En el pasado, como nación ahorrábamos el 10% de nuestros ingresos. Ahora estamos por debajo del 1%.

¿Cómo funcionará el trienio 2006-08 tanto económica como geopolíticamente? Si hay buenas noticias, vendrán del lado económico. Los masivos gastos de Norteamérica en Iraq y en la reconstrucción del huracán Katrina aseguran más o menos que la locomotora estadounidense continuará sosteniendo el crecimiento global. Es una ventaja en el corto plazo para nosotros y para otros pueblos en el exterior.

Pero para Estados Unidos, se convertirá en una gigantesca desventaja en el largo plazo. ¿Por qué? Porque los gastos deficitarios descontrolados tarde o temprano exacerbarán la tendencia al endeudamiento con el extranjero.

La sociedad norteamericana se ha convertido en un pueblo yo-yo, ahora-ahora, consume-consume. En el pasado, como nación ahorrábamos el 10% de nuestros ingresos. Ahora estamos por debajo del 1%. No es extraño que debamos empeñar nuestros activos a los extranjeros y financiar nuestras inversiones con ahorros de la gente más pobre de Asia y Europa.

En el segundo período del presidente Clinton, el superávit del presupuesto obligó a una disminución en el consumo y con eso se incrementó un tanto el ahorro en Estados Unidos.
Pero luego la economía vudú de Bush dio marcha atrás a todo lo que los doctores económicos habían recetado (como preparación para la crisis demográfica del 2010-2020, cuando muy pocos contribuyentes en edad de trabajar tendrán que mantener a una gran cantidad de jubilados).

El Dr. Ben Bernanke, quien reemplazará al director de la Reserva Federal Alan Greenspan el 31 de enero, dijo recientemente que no habrá una huida desordenada del dólar porque existe una “gran cantidad de ahorros en el extranjero” dispuestos a conservar sus activos en dólares. Debido a su alto coeficiente intelectual y su formación superior en economía, el director Bernanke seguramente cambiará pronto de opinión, aceptando el criterio de la mayoría de expertos económicos.

La buena suerte no evitará que se recuerde a Bush como el líder de la economía vudú, cuyas rebajas de impuestos a las clases de mayores ingresos no estabilizaron la economía norteamericana.

Vayamos ahora a la geopolítica. Supongamos que los votantes norteamericanos acepten que las tropas se queden hasta que se pueda establecer un Iraq libre, democrático y próspero. Los cerdos van a volar antes de que eso ocurra. Así es que desde ahora debería haber un plan de salida.

1. No vamos a salir de Iraq “hasta que nuestros generales nos digan que podemos hacerlo”. Los sagaces en Washington lo traducen como: “nuestros generales nos dirán que es tiempo de retirarnos cuando el Pentágono les diga que nos digan eso”.

2. ¿Cuándo será? El nuevo plan coloca la fecha poco después de que “se haya integrado un fuerte ejército iraquí”. Tal integración podría ocurrir. Con tasas del desempleo del 50% en Bagdad y del 75% en el campo, se puede reclutar un ejército de chiitas en las regiones chiitas, y un ejército principalmente kurdo en las áreas del norte. Un fuerte ejército de la minoría sunni en la región sunni es más problemático. (Pero no imposible. Un sunni antinorteamericano, con dos hijos, se verá tentado a enviar a uno de ellos al nuevo ejército y al otro a las filas terroristas insurgentes).

África nos ha mostrado cómo los ejércitos tribales pueden estallar en guerras civiles incesantes. No importa. Una estrategia norteamericana de salida es el tema en discusión. Esperamos que los marines estén de vuelta en Estados Unidos antes de que todo eso explote.

Una retirada completa de Estados Unidos de Iraq no será necesaria. Cuando no haya soldados norteamericanos en Iraq, la televisión ya no mostrará imágenes de esos héroes de 15 años asesinados cada día.

Los economistas comprenden los principios de la sustitución. Los bombarderos en el cielo pueden desplazar a los jóvenes norteamericanos en tierra. Como en la Guerra del Golfo de Bush padre, en 1990, el poderío militar norteamericano puede operar a control remoto. Aviones robots no tripulados y aviones que vuelan a alturas muy superiores pueden dejar caer millones de bombas sobre los puestos insurgentes.

Pero. ¿no matará esa clase de bombardeo (como los bombardeos de Hamburgo, Bremen, Tokio y Osaka en la Segunda Guerra Mundial) a muchos civiles? Sí, vaya. Pero lo que está en discusión es la estrategia de salida de Estados Unidos.

Junto con la mala prensa entre los futuros historiadores económicos, George Bush y Dick Cheney y Donald Rumsfeld se arriesgan a ser recordados en el 2050 junto con Genghis Khan y Atila el Huno.

Moraleja: el juego de la geopolítica no es un juego para débiles.

© Paul Samuelson