No se trata de un asunto puramente ético. El cigarrillo tiene un altísimo costo económico. Las enfermedades mortales asociadas al cigarrillo influyen negativamente en la caja fiscal, ya que se deben desviar cuantiosos recursos del presupuesto de salud para atender un daño que perfectamente se los podría evitar.

Sin embargo, en el Ecuador la influencia de las compañías de cigarrillos sobre la dirigencia política es tan grande que han conseguido que no se haga nada en los últimos años para reducir el tabaquismo.

Hasta hace muy poco se podía atribuir esa influencia a las campañas de desinformación de ciertos fabricantes de cigarrillos. Pero hoy en día su mensaje está completamente desprestigiado, por lo que habrá que concluir que el hombre del maletín también interviene en estos asuntos, y sin duda sus ofrecimientos serán especialmente generosos, pues la parálisis de las funciones del Estado en el 2005 en este campo una vez más fue total.