Si los Reyes Magos existieran de verdad, ya estarían en camino; y si se los pudiera llamar por teléfono, podríamos averiguar con certeza dónde depositarán sus regalos. Así más o menos, una tuviera pistas de quién en realidad dice la verdad con respecto al camino de la vida eterna y cuál es el camino a seguir; y en estos días parece ser que es vital contar con certeros indicios, ya que la gente se abraza, se besa y se dice cosas lindas, parecería que nadie tiene la culpa de nada. Todos parecemos buenos y dignos hijos de Dios. Si a lo menos uno de los reyes nos dijera con exactitud dónde está el Rey seguiríamos directito al encuentro para que nos haga más cálida la vida por fuera y por dentro.

¿Y si estamos buscando mal? Pues, parece que nuestra búsqueda navideña es limitada y fallida ya que se acabarán los festejos y se volverá a mentir, seremos testigos pasivos de los pactos políticos que hipotequen nuestro futuro.
¿Qué nos tiene que pasar como pueblo y como seres individualmente considerados para reflexionar y voltear rumbo en la búsqueda de la tan ansiada construcción del reino? Con respecto a lo individual, muy corto y atrevido puede ser este espacio; y con respecto a nosotros como sociedad, ¿no será que nos toca hacer un nuevo pacto?

Un contrato social que inicie este nuevo año llenito de semanas por trabajar y deseos de vivir mejor. Pero también un 2006 enterito de elecciones. Entonces... procurar un pacto que perdure todos los 365 días y que refleje nuestra sabiduría. En el que seamos responsables con el voto que tendremos que depositar y en el que nos vacunemos contra las mentirosas campañas electorales que juran paz y justicia.

¿Cómo nos vacunamos? Estudiando y exigiendo cuentas. Abriendo bien los ojos y convirtiéndonos en nuestros propios reyes magos, exigiendo el trato real que merecemos e  invistiéndonos del poder de ser y hacer ciudadanía.

Invirtamos tiempo en estudiar a los candidatos, detengámonos y veamos a nuestro alrededor. ¡Pensemos! ¡Hágalo! Piense usted por un momento en las consecuencias de las sequías y de las heladas, en los índices de la pobreza que generan violencia y delincuencia.
Exijamos se nos dé respuesta. Preguntemos a la prensa, que tiene registrada la vida política del país,  quiénes fueron los políticos que tuvieron que tomar decisiones en tal año o sobre tal cuestión para evitar desastres.

¡Pidamos con derecho! Empoderémonos como lo hacen los reyes. Ya que si en esta historia hay realeza, somos nosotros, las y los ciudadanos; los servidores son los políticos, quienes tienen que rendir un trabajo con respeto, eficiencia y decencia; ya que son ellos los llamados a servir, los que viven de nuestro trabajo y obligados a rendirle pleitesía al noble servicio público del que nosotros nos beneficiamos.

Ubiquemos bien a los personajes, no permitamos que se cambien los roles, tengamos claro quién, en democracia,  ejerce el rol de “Majestad”, de “camellos”, de dar “regalos” y cuál es la “estrella” a seguir.